El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller de Alemania, Ángela Merkel, han firmado este martes un nuevo tratado de amistad con el que aspiran a hacer frente a los nuevos desafíos, entre los cuales han citado el auge del populismo y el nacionalismo en Europa.
El Tratado de Aquisgrán, como se ha bautizado a este nuevo acuerdo, tiene como meta ahondar en la reconciliación histórica cimentada hace exactamente 56 años, cuando el Tratado del Elíseo sirvió en 1963 para acercar a ambos países tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre los aspectos en los que París y Berlín quieren estrechar lazos figuran cuestiones de índole económica, política exterior, seguridad, educación, cultura, investigación y medio ambiente, aunque la ceremonia ha servido también para presentar a Merkel y Macron como aliados políticos clave en un escenario convulso dentro de la UE.
Merkel ha advertido durante su discurso del crecimiento de "los nacionalismos y el populismo" en todo el mundo, con el riesgo que ello conlleva para el "multilateralismo". La canciller ha abogado por dar "una nueva orientación" a la cooperación francoalemana precisamente para luchar contra estos nuevos desafíos.
Macron también ha considerado "indispensable" la alianza entre los dos países vecinos y ha abogado por ampliar este tipo de iniciativas, "porque ningún éxito europeo se puede construir de forma aislada". "Por eso este tratado es esencial", ha destacado el mandatario galo, según la emisora Franceinfo.
Francia y Alemania celebran reuniones frecuentes y, en los últimos años, se han presentado como los motores de la nueva Europa, aunque con discrepancias. El llamamiento a la integración de la eurozona por parte de Macron se ha encontrado con la frialdad de Merkel, que no se presentará a la reelección como canciller en 2021.
Sí existe consenso, en cambio, en cuanto a la defensa de un Ejército europeo, como ha dejado claro Merkel al hablar de "una cultura militar y de una industria armamentística comunes". Los dos países también quieren adoptar una "cláusula de defensa mutua" en caso de agresión, en un modelo similar al que se contempla entre los Estados miembro de la OTAN.
El tratado requiere de la aprobación de los parlamentos de Francia y Alemania para su entrada en vigor. En el caso de Francia, el acuerdo ya ha recibido críticas de la líder ultraderechista Marine Le Pen, que lo considera una cesión de la soberanía nacional por parte del Gobierno galo.