El Maidán de Kiev celebra con tristeza una carísima victoria sobre el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, que cedió a todas las exigencias de la oposición al firmar este viernes, ante representantes de la Unión Europea, un acuerdo llamado a convertirse en un punto y aparte en la historia de Ucrania.
Tras una durísima negociación que siguió a la jornada más trágica en la historia contemporánea de Ucrania, con decenas de muertos y cientos de heridos en las calles de Kiev, el presidente ucraniano firmó el documento con los dirigentes de los tres partidos de la oposición ucraniana.
En poco más de una hora, una de las demandas fundamentales de la oposición se hizo realidad cuando la Rada Suprema (Parlamento de Ucrania) restituyó la Constitución de 2004 y devolvió el país a un sistema de gobierno mixto parlamentario-presidencialista, en el que el Legislativo elige a un jefe del Gobierno con amplios poderes ejecutivos, hasta ahora en manos del presidente.
En un plazo de cinco días, Yanukóvich se verá privado de algunos de sus principales poderes, calificados de dictatoriales por la oposición, y que se arrogó a sí mismo hace cuatro años, cuando tras ganar las elecciones aprobó con su mayoría parlamentaria una nueva Carta Magna que instauraba un sistema presidencialista.
La plaza de la Independencia de Kiev, conocida ya en todo el mundo como el Maidán, reaccionó primero con aplausos y luego con lágrimas a la noticia del acuerdo. Miles de manifestantes concentrados en el corazón de la capital ucraniana no olvidan a los fallecidos en la batalla que libraron esta semana con las fuerzas antidisturbios de la Policía y las tropas del ministerio del Interior y en la que perdieron la vida 80 personas, según cifras oficiales y más de un centenar, de acuerdo con la oposición.
Minutos después de que la Rada restituyera la Constitución de 2004, el pueblo del Maidán, como lo llamó estos días el filósofo francés Bernard-Henry Lévy, lloró a los fallecidos en los sangrientos disturbios que se desencadenaron esta semana en Kiev. Hombres rudos y luchadores, la mayoría aún con cascos y armados con bates de béisbol y barras de hiero, lloraron con pena por las víctimas y con alivio porque pronto podrán volver con sus familias.
Lo harán, seguramente en los próximos días, a menos que lo impidan los llamados 'titushki' (provocadores supuestamente a sueldo de los oficialistas) o los radicales opositores de la ultraderecha nacionalista, aglutinados en torno a la formación Sector de Derechas y hasta ahora núcleo duro de los combatientes del Maidán.