En el primer día sin Mubarak, después de las tres décadas que el mandatario se mantuvo en el poder, numerosos egipcios ondeaban banderas del país y no ocultaban su felicidad y esperanza ante el comienzo de una nueva era.
La plaza Tahrir, símbolo de la revuelta popular que comenzó el pasado 25 de enero y que forzó la salida de Mubarak, mantenía su ambiente festivo aunque ya decaído después de una noche en vela.
El campamento montado en el centro de la plaza, en el que pernoctaban numerosas personas desde hace dos semanas, todavía no había sido levantado a primeras horas de la mañana. La intención es retirar las tiendas durante esta jornada, pero muchos prefieren esperar a escuchar el próximo anuncio de las Fuerzas Armadas, comentaron algunos de los manifestantes.
Mubarak entregó ayer el poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que poco después anunció que daría a conocer próximamente las medidas a aplicar y afirmó que "no hay alternativa a la legitimidad del pueblo".
A la espera de estas decisiones y anuncios, de madrugada eran muchos los manifestantes que limpiaban la plaza, organizados en corros, y empezaban a retirar las barricadas alzadas para defenderse de los posibles ataques de los partidarios de Mubarak.
Mientras, decenas de miles de personas, entre ellas numerosas familias con niños, celebraban con orgullo haber tumbado uno de los regímenes más estables de la región y logrado la salida de Mubarak, de 82 años. Fuegos artificiales, gritos, canciones y bailes, acompañados por el continuo sonido de las bocinas de los coche, fueron la tónica hasta bien entrada la noche para celebrar el triunfo de la revolución.
El final del régimen
Hosni Mubarak renunciaba este viernes a su puesto y entregaba el poder a las Fuerzas Armadas, según anunció el vicepresidente Omar Suleiman, en una declaración por la televisión pública.
"El presidente Mohamed Hosni Mubarak ha decidido renunciar a su cargo de presidente de la República y ha encargado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas administrar los asuntos del país", reveló Suleiman en un breve comunicado.
Dijo que la decisión fue adoptada "por las difíciles circunstancias que atraviesa el país". El anuncio fue recibido con gritos de júbilo por los cientos de miles de egipcios congregados en la plaza cairota de Tahrir, centro neurálgico de las protestas de las últimas semanas.