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LA MUJER HA SIDO DETENIDA
Muere atropellada una manifestante durante las protestas por las tasas a los carburantes en Francia
Una conductora se empotró contra un cordón de manifestantes tras entrar en pánico cuando estos golpearon su coche. "Entró en pánico, aceleró y mató a una persona", explican desde el Gobierno francés.
Una manifestante de unos 50 años ha muerto atropellada por un vehículo en el sureste de Francia durante una de las numerosas protestas ciudadanas contra el aumento de los impuestos a los carburantes, conocidas como las de los 'chalecos amarillos'.
Según informó el ministro del Interior, Christophe Castaner, una mujer que llevaba a su hija al médico se empotró contra un cordón de manifestantes en Pont-de-Beauvoisin (sureste de Francia) al entrar en pánico cuando estos golpearon su coche. La mujer, que estaba bajo una fuerte conmoción, fue arrestada por la Policía.
"Algunas personas han golpeado su vehículo. Ella entró en pánico, aceleró y mató a una persona. Esa persona entró en un primer momento en parada cardiorrespiratoria y después murió", detalló el prefecto (delegado del Gobierno) de Saboya, Louis Laugie.
La clase media protesta contra Macron
Inédita por su naturaleza espontánea y por su magnitud, la clase media de provincias se volvió contra la política tributaria del Gobierno de Emmanuel Macron en una tensa protesta que se propagó por carreteras y ciudades del país y que se saldó con un muerto, 106 heridos y 52 detenidos.
Los denominados 'chalecos amarillos', una suerte de revuelta popular organizada en las redes sociales sin la tutela de un partido o un sindicato, se echaron desde primera hora de la mañana a las carreteras francesas en protesta por el impuesto a los carburantes.
Jubilados, profesionales liberales o pequeños comerciantes figuraron entre los 244.000 participantes contabilizados, quienes se movilizaron en unos 2.000 puntos repartidos por todo el país, como rotondas, peajes y puentes, muchas veces sin haber avisado a las autoridades, lo que generó desconcierto entre la policía.
La protesta, ampliamente respaldada por la sociedad francesa, respondió, en un primer momento, a un alza tributaria sobre los carburantes para financiar la transición energética, aunque rápidamente se extendió a la falta de poder adquisitivo en general.
"¡Macron, dimisión!", gritaron muchos de los participantes, quienes con frecuencia entonaron 'La Marsellesa', el himno francés. Sin líderes ni portavoces concretos, un millar de ellos se llegaron a plantar sin previo aviso en las inmediaciones del Palacio presidencial del Elíseo, en París, donde se vivieron tensos momentos con la policía, que dispersó a la turba con gases lacrimógenos. La muchedumbre logró bloquear parcialmente los Campos Elíseos, otro punto neurálgico de la capital.
En un comunicado, el tercero de la jornada, el Ministerio del Interior pidió "prudencia" a los manifestantes que quedan activos y alertó de que "las fuerzas del orden tienen la consigna de intervenir para impedir cualquier bloqueo total de ejes importantes".
'Los chalecos amarillos', movimiento inédito en la historia reciente de Francia, se considera un reflejo del hartazgo de la clase media, obligada a vivir lejos de los grandes centros urbanos -debido a lo altos precios del alojamiento, entre otros motivos- y a usar el coche diariamente. "Mis hijas, profesoras, hacen 83 kilómetros al día. Su gasto en gasolina va a aumentar en 60 euros", lamentó François, un jubilado que participó en estas concentraciones, donde el objetivo era entorpecer o bloquear el tráfico de las carreteras y autopistas.
De entre las centenas de incidentes, destaca la muerte en Pont-de-Beauvoisin (sureste de Francia) de una mujer de unos 50 años atropellada por otra que tuvo una crisis de nervios cuando los manifestantes golpearon su coche, en el que transportaba a su hija al hospital. También se registraron 106 heridos en varias localidades del país, entre ellos cinco graves y un policía, y decenas de arrestos.
Los antidisturbios tuvieron que intervenir con gases lacrimógenos en estratégicos puntos como el túnel de Mont Blanc, que une Francia con Italia por los Alpes.
A unos seis meses de las elecciones europeas, Macron vuelve a estar en apuros cuando su popularidad toca mínimos de sus 18 meses de mandato. La oposición, desde la extrema izquierda hasta la ultraderecha, no participó oficialmente, pero aprovechó esta movilización popular que goza de un gran apoyo ciudadano para censurar al presidente. "Espero que el presidente de la República les escuche. Esto tiene que cambiar. Este movimiento parte de todo el mundo. Mi deber es apoyarlo", dijo el líder opositor de Los Republicanos, el centro-derechista Laurent Wauquiez.
"Un gran momento" de organización popular se está celebrando, se felicitó el izquierdista Jean-Luc Mélénchon, quien censuró a las autoridades por haber dado una cifra rebajada de manifestantes.
Otra de las principales fuerzas opositoras, el ultraderechista Frente Nacional (FN), también respaldó a los "chalecos amarillos", denominación alusiva a la prenda fluorescente que es obligatoria llevar dentro de los vehículos.
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