El avión viajaba desde Moscú y su intención era aterrizar en el aeropuerto de Petrozavosk, en la región de Karelia pero el mal tiempo obligó a realizar un aterrizaje forzoso en la carretera, que se ha cobrado más de 40 vidas.
En la nave, de la compañía Russair, viajaban 43 pasajeros y nueve tripulantes. Los ocho supervivientes, entre los que hay heridos graves, se encuentran hospitalizados. La máquina desapareció de los radares alrededor de la medianoche por razones aún desconocidas. Todo indica que la nave no pudo aterrizar en la pista debido al mal tiempo.
El modelo siniestrado, un Tupolev 134, es de fabricación rusa y entró en servicio en los años 60. En 2007, el ministro ruso de Transporte se refirió a este modelo como viejo y obsoleto, que debía ser reemplazado por otros aviones de características equivalentes, en cinco años. En concreto, este modelo ha sufrido 28 accidentes.