Las fuerzas de seguridad de la India sufrieron hoy el peor ataque en casi dos décadas en la Cachemira india, con un atentado perpetrado con un coche cargado de explosivos contra un convoy policial, en el que murieron al menos 40 agentes.
La acción tuvo lugar a primera hora de la tarde a unos 20 kilómetros de la capital regional, Srinagar, cuando, según fuentes policiales consultadas por Efe, un atacante suicida detonó un vehículo cargado de explosivos al paso de un convoy formado por varios autobuses de la Fuerza Central de Policía de Reserva (CRPF).
La potente explosión, que dejó el coche que conducía el terrorista completamente calcinado, afectó a al menos uno de los autobuses que transportaban a las fuerzas de seguridad.
"Se está determinando el número exacto de víctimas y se han confirmado 40 muertes. Los heridos han sido trasladados a hospitales para recibir tratamiento médico", informó la Policía de Cachemira en un comunicado, sin precisar la cifra exacta de heridos.
La Policía tampoco reveló en la nota de manera oficial si se había inmolado un insurgente, al asegurar que todavía se investigan las circunstancias exactas de la explosión.
El atentado fue reivindicado por el portavoz del grupo terrorista Jaish-e-Mohammad (JeM), Muhammad Hassan, a través de un comunicado enviado a la agencia local Global News Service (GNS).
Hassan aseguró que "docenas de vehículos de las fuerzas de seguridad fueron destruidos en el ataque" e identificó al suicida que llevó a cabo el atentado como Aadil Ahmad. Poco después, el JeM difundió un vídeo de más de diez minutos de duración en el que aparece supuestamente Aadil Ahmad, alias Waqas, en unos imágenes filmadas poco antes de que cometiese el ataque.
Tras revelarse la identidad del insurgente, miles de personas se trasladaron al pueblo natal de Ahmad, Kakapora, en señal de apoyo al atacante, lo que desencadenó choques con la Policía, que optó por cortar internet en el sur de Cachemira para reducir los llamamientos a la protesta, dijeron a Efe fuentes policiales y vecinos de la zona.
En la Cachemira india, la única región del país de mayoría musulmana, los insurgentes reciben el apoyo de parte de la población civil que respalda el sentimiento separatista cachemir, que busca sobre todo su adhesión al vecino Pakistán.
El atentado provocó la condena de las autoridades indias, entre ellas, la del primer ministro, Narendra Modi, que calificó la acción de "despreciable".
En un mensaje en la red social Twitter, Modi condenó "enérgicamente este atroz ataque" y aseguró que las pérdidas de vidas humanas "no serán en vano". "Toda la nación está hombro con hombro con las familias de los valientes mártires", resaltó. La matanza fue condenada también por Rahul Gandhi, presidente de la principal formación opositora, el Partido del Congreso, que calificó el ataque de "cobarde" y trasladó sus condolencias a las familias de las víctimas.
El Ministerio de Exteriores indio fue más contundente y, en un comunicado, señaló directamente a Pakistán por "dar apoyo" al JeM, con base en el país vecino y "proscrito por Naciones Unidas". "Este grupo terrorista es liderado por el terrorista internacional Masood Azhar, al que el Gobierno de Pakistán ha otorgado total libertad para operar y expandir su infraestructura de terror (...) con impunidad en la India y otros lugares", sentenció, por lo que pidió al país vecino que "detenga" ya ese apoyo. Cachemira, uno de los territorios más militarizados del mundo, es objeto de litigio por Pakistán y la India, que han librado por este territorio dos guerras y numerosos conflictos bélicos menores.
La India ha acusado reiteradamente a Pakistán de apoyar el "terrorismo transfronterizo" y de permitir y auspiciar el funcionamiento en su territorio de grupos terroristas que tienen como fin atacar objetivos indios y atizar las protestas entre la población cachemir.
El ataque de hoy es uno de los más mortíferos en la región desde 2002, cuando tres insurgentes vestidos de uniforme militar bajaron de un autobús en un cuartel del Ejército indio y abrieron fuego indiscriminadamente, causando la muerte a 34 personas, la mayoría militares y sus familiares.
Un año antes, en una acción contra el Parlamento regional, perdieron la vida 38 personas y 70 resultaron heridas. En aquella ocasión los hechos también comenzaron cuando un atacante suicida impactó un vehículo cargado de explosivos contra la entrada principal del Parlamento, a lo que siguió el tiroteo de varios insurgentes que lograron entrar en el interior del recinto.