La primera ofensiva militar emprendida en Gaza por el jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, ha conseguido no sólo asestar un duro golpe a Hamás, sino dar una vuelta de tuerca a la campaña para las elecciones del 22 de enero, que va a quedar dominada inevitablemente por la seguridad.
Hace sólo un mes el primer ministro se jactaba de "no haber declarado una guerra" en los siete años que ha estado al frente del Gobierno israelí y criticaba a su predecesor, Ehud Olmert, de haber iniciado "dos guerras innecesarias", en alusión a la intervención en Líbano, en 2006, y la operación en Gaza conocida como "Operación Plomo Fundido", entre finales de 2008 y comienzos de 2009.
Sin embargo, Netanyahu advierte que el Ejército israelí "seguirá emprendiendo cualquier acción necesaria para defender a su población" de los ataques procedentes de Gaza.
La situación actual obligaba a responder y no permanecer más tiempo impasible
Las preguntas que se hacen los analistas son ¿por qué ahora?; ¿no se habría podido llevar a cabo con anterioridad o posterioridad el asesinato de Ahmed Yabari, líder del brazo armado de Hamás?, con el que se han desencadenado otra vez las hostilidades. Y por último, si a lo largo de su legislatura Israel ha sufrido numerosas rondas de ataques procedentes de la franja y no ha respondido con una contundente ofensiva, ¿por qué en esta ocasión sí?.
No es la primera vez que Israel se embarca en una campaña de estas características a pocas semanas de los comicios, 67 días en este caso para que el 22 de enero los israelíes acudan a urnas. Son inevitables, pues, las similitudes con el cronograma de la "Operación Plomo Fundido", que se produjo a 45 días de las elecciones de 2009, también en respuesta al continuo disparo de cohetes desde Gaza.
Los dirigentes israelíes insisten en que la situación actual obligaba al Gobierno a responder y no permanecer por más tiempo impasible ante lo que venía sucediendo en las últimas semanas, en las que las milicias palestinas intensificaron sus ataques contra objetivos civiles y militares. Pero a los analistas no se les escapa que en tiempos de guerra los israelíes suelen votar de manera más visceral que reflexiva y lo hacen en efecto por partidos "halcones", que prometen o llevan a cabo duras respuestas contra el enemigo.
Mientras continúe la ofensiva la campaña electoral queda de lado
La campaña electoral iba a arrancar en las próximas semanas con temas novedosos en agenda como la lucha por la justicia social y la carestía de la vida, de la que el Partido Laborista, se había erigido en abanderado.
Pero parece ser que, de momento, todo quedará en agua de borrajas, pues la campaña se ralentizará mientras continué la ofensiva. Las primeras reacciones de la mayor parte de los partidos políticos, incluida la oposición, han sido cerrar filas y apoyar al Ejecutivo y al Ejército en su decisión de salir a una ofensiva, conscientes de que es momento de defender a la población cuando está siendo atacada por decenas de cohetes.
La ofensiva también podría ser considerada un intento de desviar la atención no sólo de la agenda social, sino del parón del proceso de paz con los palestinos y de la petición que el presidente palestino, Mahmud Abás, dirigirá a la Asamblea General de la ONU, previsiblemente a fines de mes, para que Palestina sea reconocida como Estado observador de la organización.
Los réditos políticos con este primer golpe a Hamás, a priori, parecen beneficiar a Netanyahu y al ministro de Defensa, Ehud Barak. Algunos bromean incluso con que el nombre de la ofensiva debería cambiar al de "Guerra de Independencia", en alusión al partido Atzmaut ("Independencia") que lidera Barak, al que la encuestas no garantizaban hasta ahora ni un escaño en la Kneset.
El inicio de la ofensiva también podría echar por tierra los intentos de Olmert y de la que fuera su ministra de Exteriores, Tzipi Livni, de regresar a la política. De momento, han decidido aplazar una supuesta decisión en ese sentido y para presentar candidatura sólo cuentan con tres semanas.
Entretanto, los partidos de izquierda que han cuestionado la conveniencia de la ofensiva y del asesinato de Yabari, tendrán momentos difíciles para arrancar votos mientras dure la operación.
Sin duda el asesinato de Yabari ha sido todo un golpe de efecto para el Gobierno de Netanyahu, pero aún está por ver el tiempo y la intensidad de la ofensiva y si se cumplen los objetivos fijados.
Como en anteriores ocasiones, el tiro les puede salir por la culata a los dirigentes israelíes pues este tipo de campañas se les puede ir de las manos, como ya sucedió en 2006 y 2008-2009. Y sin una salida clara al conflicto, lo previsible es que la comunidad internacional termine presionando, como en anteriores ocasiones, para lograr el cese del fuego.