Nicolás Maduro compite para ganar el que sería su segundo mandato, en unas elecciones presidenciales a las que concurre prácticamente sin rival por el boicot opositor y con un objetivo claro: lograr una contundente victoria que le permita dar carpetazo a la crisis política, aunque también económica y humanitaria, que Venezuela arrastra desde su llegada al poder. El actual presidente venezolano ha ejercido su derecho al voto a primera hora en el Liceo José Antonio Caro de Caracas y ha hecho un llamamiento a la participación y a votar "por la paz".
Además de la elección presidencial, los ciudadanos elegirán a 251 representantes de los consejos legislativos de los 23 estados del país, entre una oferta de casi dos mil candidatos, según datos del Consejo Nacional Electoral (CNE), órgano rector del proceso.
El Consejo Nacional Electoral dispuso 14.638 centros en todo el territorio nacional con 34.143 mesas electorales. Más de 150 acompañantes internacionales observarán estos comicios que se celebran pese a los llamamientos de varios países como Estados Unidos o la Unión Europea para que se suspendieran al señalar que no existen las condiciones para que la jornada sea transparente.
La principal alianza de oposición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), anunció a principios de 2018 su intención de no participar en estas elecciones y ha pedido a los electores no acudir a los colegios, un llamamiento que se espera se acatado por la mitad de la población, según estimaciones de las principales encuestadoras del país. Los opositores argumentan la falta de garantías para un proceso transparente y equilibrado, entre otros asuntos, que podrían hacer de esta elección un proceso "fraudulento".
Maduro irrumpió en el Palacio de Miraflores en 2013 por expreso deseo de Hugo Chávez, que en sus últimos meses de vida le designó como heredero político para evitar lo que anticipaba como una lucha intestina para ocupar su silla.
Entonces nadie cuestionó,al menos públicamente, al nuevo presidente, que decía tener línea directa con el Comandante ("se me apareció en forma de pajarito"). Tras apenas un mes de interinidad, legitimó el cargo por la mínima. Maduro se impuso exactamente por 141.358 votos a un Henrique Capriles que, en los comicios de ese 14 de abril de 2013, vio esfumarse la mejor oportunidad que había tenido la oposición venezolana en 14 de años para desahuciar al 'chavismo'.
Ahí comenzaron las sospechas de fraude. "¿Quién puede creer que Maduro haya sacado más votos que Chávez?", cuestionó el líder opositor. El lustro de Maduro ha estado marcado desde sus inicios por el estallido de una crisis económica cultivada durante la era Chávez. El 'Gigante' desmontó el tejido productivo haciendo a Venezuela netamente dependiente de las importaciones, que podía pagar gracias a las exportaciones petroleras, principal y casi única fuente de ingresos del país. La caída internacional del precio del crudo hundió también la hacienda venezolana. Se quedó sin dinero para seguir comprando fuera lo que ya no se producía dentro y para mantener los amplios subsidios sociales ideados por Chávez. Los supermercados se vaciaron de productos de primera necesidad y el salario era incapaz de cubrir una inflación disparada.
Por primera vez, la base social del 'chavismo' estaba amenazada. La Mesa de Unidad Democrática (MUD), coalición opositora, supo aprovechar el momento y en 2014 lanzó las mayores protestas contra el Gobierno. Miles se echaron a las calles y fueron duramente reprimidos. El saldo: 43 muertos y cientos de detenidos, incluida la nueva promesa de la MUD, Leopoldo López.
La agonía de los venezolanos se plasmó en el triunfo opositor en las elecciones parlamentarias de 2015. La MUD se hizo con el control de la Asamblea Nacional con una 'súper mayoría' que le daba el poder necesario para purgar las instituciones. Maduro contraatacó con una ofensiva judicial que fue anulando una a una todas las iniciativas del nuevo Congreso. Acorralada, la MUD lanzó un órdago. En 2016, propuso una consulta popular para que los venezolanos decidieran sobre la continuidad de Maduro en el cargo. El Consejo Nacional Electoral (CNE) neutralizó el referéndum revocatorio garantizando así que el presidente agotaría su mandato. La respuesta fue una segunda revuelta en el año siguiente que dejó más muertos y detenidos.
Maduro dio 'jaque mate' convocando elecciones a una Asamblea Constituyente. La MUD no participó esgrimiendo que era un proceso "ilegal" porque el presidente se había saltado el paso del referéndum instaurado por Chávez. El CNE dio luz verde a los comicios y sus resultados, aunque la empresa que gestiona el sistema electoral denunció un fraude de un millón de votos. Nacía un órgano cien por cien 'chavista' que ha acaparado todos los poderes, salvo el Ejecutivo.
La inercia económica y política ha provocado un éxodo venezolano hacia los países fronterizos. Solo a Colombia han llegado más de un millón de personas entre las que, según la ONU, hay inmigrantes y refugiados, todos con enormes necesidades por la falta de comida y medicamentos. Una crisis humanitaria que Maduro ha negado. "Los esperamos de regreso con los brazos abiertos, vengan", ha instado.