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EN AUSCHWITZ MURIERON 170.000 PERSONAS
Un nonagenario alemán, entre los cuatro nuevos juicios por complicidad en los crímenes de Auschwitz
El acusado, de 94 años, estaba encargado de la vigilancia del campo de exterminio y de los transportes de prisioneros que llegaban a Auschwitz. Los abogados de la acusación creen que su complicidad con el sistema de la muerte consistía también en ayudar a mantener condiciones inhumanas y en hacer posibles las ejecuciones masivas.
Alemania volverá a juzgar a partir de este jueves a cuatro antiguos trabajadores de Auschwitz por los crímenes cometidos en ese campo de exterminio nazi. El primero en ser juzgado será un hombre de 94 años, que deberá responder ante la Audiencia Provincial de Detmold (oeste de Alemania) de la acusación de complicidad en los asesinatos de al menos 170.000 personas en Auschwitz, donde trabajó como guardia entre 1943 y 1944.
El acusado estaba encargado de la vigilancia del campo y de los transportes de prisioneros que llegaban a él. La fiscalía considera que en el período en que el imputado estaba en Auschwitz llegaron cerca de 92 transportes de presos al campo y que el acusado tuvo que estar al tanto de la maquinaria de exterminio que funcionaba en el mismo. El nonagenario ha admitido que estuvo destinado en Auschwitz, pero niega su participación en los asesinatos de prisioneros.
El proceso será seguido por supervivientes quienes, según dijeron en una conferencia de prensa organizada por la acusación particular, consideran que es importante poder explicar ante un tribunal alemán lo que significó el Holocausto para ellos y sus familias. "Estos procesos debían haberse realizado hace cuarenta o cincuenta años. Pero no es demasiado tarde para describir lo que ocurrió entonces", dijo Justin Sonder, quien actualmente tiene 90 años y que logró sobrevivir de joven a su cautiverio en Auschwitz.
Según el abogado de la acusación particular, Cornelius Nestler, "los guardias se encargaban de que la fábrica de la muerte de Auschwitz funcionara con seguridad". Su complicidad con el sistema de la muerte no se limitaba a la vigilancia de los transportes, sino que también consistía en ayudar a mantener condiciones inhumanas y en hacer posibles las ejecuciones masivas.
Durante las primeras décadas posteriores a la II Guerra Mundial, la persecución penal contra los delitos relacionados con el Holocausto se concentró en los autores materiales o en los casos en los que se podía probar que el acusado había dado órdenes de matar. El proceso y la condena a cinco años de prisión al ucraniano John Demjanjuk en 2011, por complicidad en 28.000 asesinatos en el campo de Sobibor en el que trabajó como guardia voluntario, representó un giro y dio paso a otros juicios contra cómplices del Holocausto.
El año pasado el nonagenario Oskar Gröning, conocido como "el contable de Auschwitz", fue condenado a cuatro años de cárcel por complicidad en 300.000 casos de asesinato. Los acusados de los otros procesos pendientes son una mujer de 92 años que se encargaba de las comunicaciones por radio, un enfermero y otro guardia. El campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau se considera el símbolo por excelencia del Holocausto. En ese campo, en la Polonia ocupada y cerca de Cracovia, murieron un millón de personas, la mayoría de ellos judíos, además de gitanos, homosexuales, comunistas o religiosos.
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