Tras el fracaso de los demócratas en su intento por mantener el control del Senado en EE.UU., el presidente Barack Obama tendió la mano a los republicanos para "trabajar juntos" durante los dos últimos años de su mandato, y dijo estar "deseando" escuchar sus ideas aunque sin olvidar sus "principios". Obama ofreció una rueda de prensa en la Casa Blanca con motivo de los resultados electorales de la víspera, que han supuesto una victoria abrumadora del Partido Republicano, que no sólo ha recuperado la Cámara Alta sino que además se ha hecho con un puñado de gobernaciones estatales que estaban en manos demócratas.
No sin cierta ironía, el gobernante estadounidense instó al nuevo liderazgo del Congreso a lanzar su agenda política, después de duros años de obstrucción republicana a sus propuestas en la Cámara de Representantes y unos índices de polarización que han batido récords. "Estoy deseoso de trabajar con el nuevo Congreso para que los próximos dos años sean lo más productivos posible. Estoy comprometido a considerar ideas no por el hecho de que sean de los demócratas o de los republicanos, sino porque funcionen para el pueblo estadounidense", insistió.
El presidente reconoció que los republicanos "tuvieron una buena noche" este martes, en la que además ampliaron su mayoría en la cámara baja, y aseguró haber recibido el mensaje que los estadounidenses emitieron con su voto. "A todos los que han votado, les he escuchado. Y a los casi dos tercios de estadounidenses que decidieron no votar también los he escuchado", dijo. Los estadounidenses "esperan que la gente que ellos han elegido trabajen tan duro como ellos lo hacen a diario. Y yo tengo una responsabilidad única", agregó Obama, como un propósito de enmienda.
El presidente dijo ser consciente de la demanda de los ciudadanos sobre la necesidad de acortar el distanciamiento que separa a los dos partidos, y confesó haber pecado de inocente al pensar que no tenía que cuidar su imagen y sólo centrarse "en trabajar por la gente". Obama citó algunos asuntos que pueden ser lugar de encuentro con los conservadores, como el comercio exterior o la reforma tributaria, pero advirtió también de que le llegarán leyes a su escritorio que no estará dispuesto a promulgar por una cuestión de "principios".
"No va a haber una adecuación perfecta. Algunas ideas que yo tengo son buenas para la economía pero los republicanos no están de acuerdo, y ellos tendrán ideas que creen que ayudarán a la economía pero yo no creo que ayuden a la clase media", explicó. "Aun así -puntualizó-, considero que habrá áreas en las que podremos estar de acuerdo".
Uno de los asuntos de mayor discrepancia será, sin duda, la inmigración, ya que -según reiteró- ante la falta de acción de los legisladores no le queda otro remedio que emprender acciones unilaterales, algo que ejecutará antes de que concluya el año. Obama aseguró que contactará con el futuro líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y el presidente de la Cámara Baja, John Boehner, "para ver si quieren aprobar una ley" de reforma migratoria, pero reafirmó que lo que no va a hacer es "simplemente esperar" a que actúe el Congreso.
"No tengo dudas -subrayó- de que habrá algunos republicanos que están enfadados o frustrados por cualquier acción ejecutiva que yo pueda tomar. Se trata de gente que se opone profundamente a la reforma migratoria en cualquier forma, y que ha bloqueado la acción en la Cámara Baja".
El propio McConnell también manifestó su deseo de trabajar con la Casa Blanca y rechazó la idea de que vaya a haber "un Gobierno disfuncional" por tener un Ejecutivo demócrata y un Legislativo republicano. En una rueda de prensa desde su estado, Kentucky, McConnell reiteró que "hay que empezar buscando sobre qué aspectos en común se pueden hacer progresos", aunque insistió en que el Senado volverá "a la normalidad" con su llegada al liderazgo ya que, según consideró, en los dos últimos años no ha hecho bien su trabajo.
Entre los aspectos que traerá a consideración citó "la revolución energética" que vive Estados Unidos, donde destacó la construcción del polémico oleoducto Keystone XL, que cruza Estados Unidos desde Canadá y sobre el que los demócratas desde hace años se muestran reticentes.
A partir de enero, con la conformación del nuevo Legislativo, comienza un nuevo y último periodo de la era Obama al frente de Estados Unidos, en la que esas dos ramas del poder deberán converger si no quieren continuar hundiendo sus índices de aprobación entre los ciudadanos, los más bajos en décadas.