Crueldad infantil

Unos padres embalsaman a su hijo muerto de 4 años, tienen el cadáver 8 días en la cama y luego lo entierran en el jardín

Unos padres están acusados de causar o permitir la muerte de su hijo Abiyah, de 4 años, al que enterraron en el jardín de su casa tras tener su cadáver 8 días en la cama.

Imagen de archivo de una cinta de la Policía británica

Imagen de archivo de una cinta de la Policía británicaEuropa Press

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Truculenta historia esta que llega desde Birmingham. Allí, unos padres están acusados de causar o permitir la muerte de su hijo Abiyah, de 4 años, además de negligencia intencionada, crueldad infantil y perversión del curso de la justicia. ¿El motivo? La pareja embalsamó el cadáver del pequeño antes de enterrarlo en el jardín de su casa.

Tai, de 42 años, y Naiyahmi Yasharahyalah, de 43, son los padres acusados. Los restos de su hijo de cuatro años, Abiyah, fueron encontrados en el jardín de su casa alquilada en Clarence Road, Handsworth, en diciembre de 2022.

Ambos padres fueron arrestados en aquellas fechas, momento en el que las autoridades tuvieron constancia por primera vez de la existencia de Abiyah, ya que su nacimiento no había sido registrado. El juicio contra ellos continúa desde entonces y ahora se han conocido nuevos y perturbadores detalles.

Trataron de curarlo con ajo y jengibre

Cuando se inició el juicio en el Tribunal de la Corona de Coventry, a los jurados se les expuso que la pareja "priorizó sus creencias culturales sobre el bienestar de su hijo" al descuidar las necesidades nutricionales y médicas. El tribunal también expuso que, después de que su hijo muriera por una enfermedad, la pareja ocultó su muerte a las autoridades con un entierro privado en el jardín de su vivienda.

El padre, Tai Yasharahyalah, explicó a la Policía que el niño había enfermado la noche anterior a su muerte, pero que tanto él como su pareja pensaron que se trataba de un simple resfriado o de una gripe. Como naturistas que eran, los progenitores "atacaron" la enfermedad con medicinas naturales, tales como ajo crudo o jengibre.

"Estábamos relajados como familia y él no era el mismo de siempre. Había algo diferente. Pensábamos que era un resfriado y lo estábamos atacando. Somos naturistas y creemos en la medicina holística. Pensé que era solo una gripe persistente que no desaparecía", leyó a los jurados el fiscal Jonas Hankin KC. Eran las palabras del acusado durante la entrevista policial.

"Cuando me desperté, él estaba quieto y no se movía. Simplemente no estaba allí"

Tai Yasharahyalah

"Estaba tomando mucho ajo y jengibre y se los estaba dando a Naiyahmi y Abiyah. Estaba en una especie de meditación. Naiyahmi me dijo algo muy extraño: "Dijo que quería ir al lugar de los vuelos"", añadió.

"Después de que ella dijo eso, miré su rostro y tenía el ceño fruncido. Me sentí impotente. Él me necesitaba y no había nada que yo pudiera hacer. Cuando me desperté, él estaba quieto y no se movía. Simplemente lo sostuve y no se movía. Intenté realizarle RCP rápidamente para ver qué podía hacer o si necesitaba llamar a alguien, pero simplemente no estaba allí".

Un ritual de ocho días

Tras estas declaraciones, el fiscal pasó a la parte en la que el acusado hablaba de un "ritual de ocho días" que llevó a cabo en su casa. Ritual que incluía "embalsamar" a su hijo y prepararlo para "volver" antes de enterrar su cuerpo.

"Hay una parte de nuestra cultura en la que, si alguien ha muerto o no, lo llaman ocho resurgimientos, es decir, intentar resucitarlo. En ese periodo, puede volver a entrar en el cuerpo. Cuando vi que estaba sin vida, no quise rendirme. Pensé: "No, no, no. Estoy seguro de que su misión aún no ha terminado"".

"Él todavía estaba en la cama con nosotros, yo todavía estaba viendo si había alguna manera de traerlo de vuelta"

Tai Yasharahyalah

Tal y como se expuso durante el juicio, tras escucharle, la Policía investigó a fondo los detalles de este ritual, entre los que se incluía encender una lámpara y dejar el cuerpo del niño en su cama.

"Él todavía estaba en la cama con nosotros, yo todavía estaba viendo si había alguna manera de traerlo de vuelta. Estábamos rezando, encendimos su lámpara, es parte de nuestra cultura para que pueda encontrar su camino de regreso a casa. Él no regresó".

"Había que enterrar el recipiente"

"Pasamos ocho días tratando de ver si regresaba. Había que enterrar el recipiente. Según nuestro ritual, o nuestra cultura, había que plantarlo, así que el entierro es como una plantación".

"Fui al jardín en el que jugaba, lo desenterré, lo embalsamamos con incienso y mirra y lo preparamos para su regreso"

Tai Yasharahyalah

Además, el padre contó a los agentes que "nadie más que los padres del niño estaban en el entierro", ya que esto también formaba parte de su cultura. "Es muy importante que en el ritual no haya extraños, de lo contrario, vería a un extraño y saldría corriendo, así que no volvería si lo viera. Fui al jardín en el que jugaba, lo desenterré, lo embalsamamos con incienso y mirra y lo preparamos para su regreso", explicó.

Fue ese el motivo por el que la pareja no pidieron ayuda médica: "Si lo queremos de vuelta, no puede haber extraños. De acuerdo con nuestra cultura y nuestra creencia, hagamos lo correcto en los días correctos. Tenía esperanzas de que regresara, porque sabía en mi corazón que no había forma de que se fuera todavía".

"Nuestro objetivo era asegurarnos de que regresara de acuerdo con nuestra cultura porque no había terminado su tarea", agregó Tai.

Los padres niegan haber permitido la muerte de su hijo

El fiscal Jonas Hankin KC afirmó que la pareja había "descuidado por separado y en conjunto" a Abiyah al no proporcionarle ni la comida ni la atención médica adecuadas.

"Decidieron deliberadamente no proporcionar ni organizar la provisión de nutrición y atención médica adecuadas", expuso ante los jurados. "En lugar de ello, priorizaron sus prácticas y creencias culturales por encima del bienestar del niño, con consecuencias desastrosas".

Por su parte, ambos padres han negado haber causado o permitido la muerte de su hijo, así como la negligencia, la crueldad y la perversión del curso de la justicia. El juicio continúa.

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