El papa Benedicto XVI ha reconocido que "en el campo del Señor existe la cizaña" y que "la fragilidad humana está presente en la Iglesia", en un mensaje a los fieles congregados en la plaza de San Pedro en la procesión para conmemorar el 50 aniversario del Concilio Vaticano II.
Benedicto XVI se ha dirigido a los presentes y ha recordado cómo hace cincuenta años el papa Juan XXIII se asomó a la misma ventana y habló con palabras "inolvidables", llenas de "bondad y poesía". "Éramos felices y llenos de esperanza: el gran concilio ecuménico había sido inaugurado y estábamos seguros de que tenía que venir una nueva primavera a la Iglesia", ha dicho Benedicto XVI.
Ha agregado que "también hoy somos felices y llevamos alegría en nuestros corazones, pero una alegría más sobria" y ha afirmado que estos cincuenta años han permitido aprender que "el pecado original existe y se traduce en pecados personales".
"En estos cincuenta años hemos visto que en la red de Pedro se encuentran también peces malos, que en el campo del Señor existe también la cizaña, que la fragilidad humana está presente también en la Iglesia, que la nave de la Iglesia está navegando con viento contrario", ha dicho Joseph Ratzinger.
Sin embargo, ha afirmado, también hemos visto "la bondad del Señor" y su presencia, "el fuego de Cristo no es devorador ni destructivo, es un fuego silencioso, una pequeña llama de bondad".
"El Señor no nos olvida, su actuación es humilde, el Señor está presente, da calor a los corazones, crea carismas de bondad y caridad que iluminan el mundo", ha aseverado. Benedicto XVI también ha querido recordar las palabras de Juan XXII en las que dijo a los fieles "id a casa y decid que es la caricia del papa y de todo corazón os imparto la bendición".
Joseph Ratzinger ha participado en el Vaticano II cuando era un joven de 35 años, profesor de teología. El Concilio Vaticano II supuso el "aggiornamento" (la puesta al día) de la Iglesia y la encaminó hacia el tercer milenio.
El Vaticano II, uno de los eventos que marcaron el siglo XX, fue un concilio ecuménico que superó todas las expectativas, ya que rompió con cuatro siglos de Iglesia tridentina y cambió sus relaciones con la sociedad y con las otras religiones.
