El papa Francisco ofició anoche la tradicional misa del Gallo en la basílica de San Pedro y en su homilía habló del amor de Dios "que es gratuito" y que "ama a cada hombre, incluso al peor".
En la misa de Nochebuena en la que los católicos conmemoran el nacimiento de Dios, Francisco lamentó que "nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud" y que "hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer".
La ceremonia, que desde hace varios años se celebra a las 21:30 hora italiana (20.30 GMT) y no a medianoche, comenzó con el anuncio del nacimiento del Señor con la lectura del antiguo texto de la Calenda. Después, el Papa retiró el velo puesto sobre una imagen del niño Jesús colocado ante un trono situado delante del altar y lo besó, mientras sonaban las campanas para anunciar el nacimiento de Dios.
Ante las cerca 10.000 personas reunidas en la basílica vaticana, el Papa en su homilía reflexionó sobre lo que significa la "gracia" del nacimiento de Jesús, que, dijo, es "el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría". "Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros" y es algo gratuito, subrayó Francisco en la séptima Navidad de su pontificado.
"Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo", explicó. Y aseguró que "la Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre y aunque no estemos a la altura". "Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de todo; sin embargo, el Señor no deja de amarte", dijo.
Explicó que a veces se piensa que "Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos", pero aseguró que "no es así". "Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente", agregó.
Para Francisco "convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don". "Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros", recomendó.