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VIAJE OFICIAL A JERUSALÉN

El Papa llama a la paz en su visita al Muro de las Lamentaciones

El Santo Padre ha visitado el lugar más sagrado del Judaismo, donde ha pedido a judíos, cristianos y musulmanes que abran sus corazones y su mente para entender al otro. Este lunes el Papa Francisco se va a reunir con Simon Peres y Benjamín Netanyahu, presidente y primer ministro de Israel.

El papa Francisco visitó este lunes el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del Judaísmo, situado en el corazón del casco viejo de Jerusalén, después de acudir a la Explanada de la Mezquitas, tercer lugar más sagrado del Islam. 

En un discurso en dicha Explanada, el pontífice llamó a la paz y la justicia y pidió a judíos, cristianos y musulmanes que abran sus corazones y su mente para entender al otro, y pidió que nadie utilice el nombre de Dios para justificar la violencia. 

"Mi peregrinación no sería completa si no incluyese también el encuentro con las personas y comunidades que viven en esta Tierra, y por eso, me alegro de poder estar con Ustedes, Amigos Musulmanes", aseguró Francisco ante el gran muftí de Jerusalén, Mohamad Ahmad Husein, y otras autoridades islámicas Francisco subió a la disputada plataforma de la mano del Custodio de Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, y del príncipe Ghazi de Jordania, país que tiene la custodia de este lugar venerado por los musulmanes por ser el lugar desde donde la tradición dice que Mahoma subió al cielo. 

Escoltado por las fuerzas de Seguridad israelíes, el pontífice visitó el Domo de la Roca, bajo cuya cúpula se guarda la piedra que la tradición sitúa el sacrificio de Isaac, y se reunió con el gran Mufti de Jerusalén, Mohamad Ahmad Husein

El principal representante del islam suní en Jerusalén agradeció a Francisco su visita y aprovechó su intervención para pedir el fin de la ocupación israelí, principal obstáculo, dijo, para que Jerusalén pueda convertirse en la verdadera ciudad de la paz en el mundo. 

Ahmad Husein recordó la figura del califa Omar ibn al Jatab, uno de los cuatro califas Rashidum (reconocidos por todos los musulmanes), "quien permitió a los cristianos mantener sus iglesias en la ciudad santa". 
"Jerusalén debe ser (de nuevo) una ciudad abierta tanto a cristianos como a musulmanes en la que todos puedan convivir en paz", subrayó el religioso. 

El Papa, por su parte, pidió a judíos, cristianos y musulmanes que abran sus corazones y su mente para entender al otro, ya que el conocimiento mutuo supera las barreras y los conflictos. Además, exigió que nadie utilice el nombre de dios para justificar la violencia y reclamó la figura de Abraham como ejemplo, pues las tres religiones monoteístas reconocen como padre de la fe y ejemplo a imitar "si bien de manera diferente". 

Francisco, que concluyó su discurso con la palabra paz en árabe, aseguró que la peregrinación de Abraham fue también una llamada de Dios a la justicia, "una llamada a ser agentes de paz y de justicia". 

Francisco llegó posteriormente en coche desde la vecina y disputada Explanada al Muro de las Lamentaciones, y fue recibido por uno de los rabinos más importantes de la ciudad, que le introdujo en el recinto reservado para los hombres. 

Allí, un joven le explicó al pontífice en inglés la historia del monte Moria, lugar donde la tradición judía sitúa el templo edificado por Salomón para sustituir al Tabernáculo como único centro de culto del pueblo judío. 

Considerado por la tradición judía el edificio más bello del mundo, en su interior se conservaba el arca de la alianza y otros objetos de culto como el candelabro de los siete brazos, y fue destruido durante el segundo asedio de Nabucodonosor II a Jerusalén (587 a.C.) 

Un segundo Templo, mucho más modesto, fue levantado sesenta años después, durante el reinado del rey persa Darío I y destruido de nuevo por las tropas del emperador romano Tito en el año 70 d.C., durante la revuelta de los zelotes. 

El único vestigio que queda hoy es el llamado Muro de las Lamentaciones, lugar más sagrado del judaísmo, al que Francisco se acercó para depositar una plegaria, como ya hicieran sus dos predecesores, Pablo II y Benedicto XVI. 

Poco antes, el rabino había entonado una oración en hebreo en la que pidió por la paz en Jerusalén, la unidad y la lucha contra el odio a los judíos. Tras la visita a los dos lugares más sagrados del judaísmo y el islám en Jerusalén, Francisco iniciará los actos protocolarios obligados para todos los jefes de estado que visitan Israel. 

Acompañado por el presidente del país, Simon Peres, depositará una corona en la tumba de Theodor Heerzl, fundador del sionismo, y visitará el museo del Holocausto. Después, bendecirá a nueva niños en la sede de la presidencia del país, donde compartirá unas palabras con el propio Peres, visitará a los dos principales rabinos del estado, y recibirá al primer ministro, Benjamín Netanyahu, en el complejo de Notre Damme, que es territorio del Vaticano en la ciudad santa. 

La peregrinación concluirá esta tarde con un encuentro ecuménico con religiosos en el huerto de Getsemaní, al pie del monte de los olivos, donde plantará su propio árbol, y una misa en el Cenáculo, edificio en disputa con Israel.

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