¿Quién soy yo?, ¿soy como Judas el traidor?, ¿cómo los soldados que se burlaban de Cristo?, ¿o soy como la Virgen María, que sufría el calvario de Jesús en silencio?, ¿como José que portó con amor el cuerpo de Jesús hasta la sepultura?", les preguntó.
Vestido con ornamentos rojos, el pontífice salió de la basílica vaticana y se acercó, en su papamóvil, hasta el centro de la plaza, donde se encuentra el obelisco de Sixto V, 25 metros de alto. Lo hizo, al son de cánticos de "Hossanna" y portando un báculo pastoral de madera de olivo, con una cruz en la parte superior, que le regalaron los presos de la cárcel de San Remo (Italia).
Miles de flores, palmas y ramas de olivos, traídos para la ocasión desde la región de Apulia (sureste de italia), adornaron la Plaza de San Pedro del Vaticano. "La procesión festiva con ramos de olivo ha dado nombre a este domingo que abre la Semana Santa. La liturgia lo llama también 'Domingo de Pasión'.
Dos nombres que expresan los dos aspectos de hoy: la fiesta y la cruz que se perfila en el horizonte", explicó el pontífice. Prosiguió la lectura del evangelio de Lucas, que narra la llegada de Jesús a Jerusalén, tras la cual los sacerdotes y cardenales de la plaza se dirigieron en procesión hacia el altar mayor. Bergoglio cerró esta procesión portando en sus manos una palma, de dos metros de altura, trenzada con tres ramas que simbolizan la Santísima Trinidad, y que fue donada por la ciudad de San Remo (noreste de Italia). Después de la lectura de la Pasión de Jesús según San Mateo, que cuenta el camino de Jesús a la Cruz, el pontífice argentino instó a los fieles, emocionados y con lágrimas en los ojos, a preguntarse si son traidores como Judas o aman a Jesús como José y la Virgen María.
"Que estas preguntas os acompañen durante toda la Semana Santa", les dijo. Dos horas de catequesis a las que continuó el tradicional Ángelus dominical, que Francisco dedicó hoy a los jóvenes católicos de todo el mundo. En este sentido, alabó la labor del papa Juan Pablo II, impulsor de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que será canonizado, junto al papa Juan XXIII, el próximo 27 de abril. "El papa Juan Pablo II, que fue el impulsor de estas jornadas, se convertirá en su gran patrón, y continuará siendo para todos los jóvenes del mundo, un padre y un amigo", afirmó.
Tras sus palabras, se produjo la entrega de la inmensa Cruz de los Jóvenes, por parte de un grupo proveniente de Río de Janeiro a otro de Cracovia. Un símbolo de transición entre las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebraron en Brasil en 2013 y la preparación de las XXIX JMJ de 2016 que tendrán lugar en Cracovia (Polonia), bajo el lema "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". "Roguemos al Señor para que la Cruz siga siendo un signo de esperanza para todos, revelando al mundo el amor invencible de Cristo", afirmó el pontífice argentino. Al término de su alocución, se despojó de sus ropajes rojos y descendió del altar mayor para saludar a los cardenales, provenientes de Cracovia.
Antes de recorrer la plaza con su papamóvil para saludar y bendecir a los fieles, Francisco atendió a los miles de jóvenes brasileños y polacos que coreaban su nombre y con los que se hizo algunas fotos. Por último y según lo establecido en el programa, el papa Francisco saludó y bendijo a todos los católicos que gritaban emocionados y levantaban sus manos hacia el pontífice en la Ciudad del Vaticano.