La Policía de Noruega está investigando a la primera ministra, Erna Solberg, después de que esta asegurara haber acudido a una reunión familiar a la que asistieron más personas de las permitidas, según las restricciones establecidas para evitar la reunión de muchas personas en un domicilio.

La ministra ha admitido en declaraciones a la cadena estatal NRK que se saltó las normas y ella misma se ha ofrecido a pagar una multa si las autoridades así lo requieren. "Lo podría haber hecho mejor", ha explicado Solberg, en alusión a unas vacaciones disfrutadas en febrero y en las que en momentos determinados se llegaron a reunir más de 10 personas.

En 6 meses Noruega celebrará unas elecciones parlamentarias en las que el Partido Conservador de Solberg parte como favorito pero que este hecho seguramente vaya a pasarle factura negativamente. Una encuesta elaborada por Kantar le concede una intención de voto del 25,6%, más de seis puntos por encima del Partido de Centro.

Lo curioso es que ningún partido político ha pedido la dimisión de la primera ministra por haberse saltado las normas, aunque sí que está siendo utilizado para poner en cuestión su capacidad para generar confianza entre la población. "Todos estamos cansados y podemos cometer errores, pero la primera ministra debe asumir el liderazgo y demostrar que está al mando", ha declarado un diputado laborista, Martin Henriksen, al diario 'Verdens Gang'.