Donald Trump exige debatir con el demócrata Joe Biden cara a cara; se niega a hacerlo de forma virtual a pesar de que la Comisión de Debates quiere garantizar la seguridad de los candidatos.
De celebrarse, no sería la primera vez que dos aspirantes a la Casa Blanca debaten a distancia. Ya lo hicieron hace 60 años Nixon y Kennedy; Nixon en Los Angeles, Kennedy en Nueva York, a casi 5.000 kilómetros, y el moderador en Chicago.
Hace seis décadas pensaban que los debates no eran prioritarios y no quisieron modificar el calendario de mítines electorales. Se equivocaban, ya que el propio Nixon pagó semanas después el precio de no haber dado bien en televisión.
La versión 2020 de un debate virtual es una imagen que Donald Trump quiere evitar. A él le va el cuerpo a cuerpo, como a algunos de sus predecesores.
Ronald Reagan, exactor, dominaba las tablas. Cuando le preguntaron por su edad, 73 años, dijo esto: "No voy a explotar con propósitos políticos la juventud e inexperiencia de mi rival". Hasta su rival, Mondale, se rió... y Reagan revalidó mandato.
Más serio fue el tropezón del presidente Ford en el 1976, cuando Europa del Este estaba bajo el telón de acero de la URSS: "No hay dominación soviética en Europa Oriental". El moderador no daba crédito y las elecciones las ganó Jimmy Carter.
En 1992, único debate a tres. George Bush padre miraba el reloj mientras Ross Perot hablaba. La presidencia fue para Bill Clinton, a quien Trump hizo protagonista en 2016; en uno de sus debates con su esposa Hillary, sentó en primera fila a varias mujeres que habían acusado al expresidente de presuntas agresiones sexuales.
Interrupciones por un ataque de tos
Donald Trump quiere volver cuanto antes a la normalidad y hacer campaña. De hecho quiere celebrar un mitin este mismo sábado. Mientras, no deja de tuitear y conceder entrevistas telefónicas a medios afines. Donald Trump ha interrumpido hasta en dos ocasiones con su tos una entrevista telefónica tras su positivo por coronavirus.