Un gigante de acero abierto como una lata de sardinas, así es ahora el Costa Concordia. Restos de una dolorosa colisión contra un escollo imprevisto. La guardia costera italiana inspecciona este lugar del lecho marino, el punto de impacto del Costa Concordia contra el fondo. La roca que abrió una brecha de 70 metros en el casco y provocó que el barco reposara lentamente; sigue recostado y semihundido, convertido en un laberinto para los expertos buceadores.
Los buzos han podido llegar a la zona de restaurantes, no sin dificultades. Las mesas y las sillas impedían el paso y la visión. Su trabajo para recuperar cuerpos coincidirá con el de otros expertos, preparados para empezar a bombear el temido combustible.
Mientras tanto la investigación continúa, y uno de los testigos mejor informados es Gregorio de Falco, el jefe de la capitanía marítima, que ha hablado en el juzgado de Grosetto sobre lo que pasó el viernes 13. Esa noche, el capitán no actuaba bajo los efectos de las drogas, según confirman los análisis. Pero parece claro que entregó una prueba clave, su ordenador, a una misteriosa mujer. Con la caja negra del buque estropeada, quizás el portátil del capitán aclare las cosas.
El portátil de Schettino, perdido
Los medios de comunicación italianos informan que se busca un ordenador portátil que supuestamente el capitán de la nave, Francesco Schettino, se llevó del barco. Al parecer, los investigadores han identificado a una mujer a la que Schettino, que está acusado de abandono de nave y homicidio culposo múltiple, entre otros delitos, supuestamente le habría entregado el ordenador, que podría contener datos relevantes para las pesquisas.
