Por megafonía se escuchaba lo siguiente: "Señoras y señores, su atención por favor: Tenemos un problema en los controladores eléctricos. La situación está bajo control. Por favor estén tranquilos, no hay ninguna razón para preocuparse. Nuestros técnicos están trabajando para solucionar el problema. Muchas gracias."
Pasaban las 21:30 cuando un miembro de la tripulación comenzó a anunciar que algo estaba sucediendo. El aviso trataba de tranquilizar al pasaje, pero parte del personal, con los chalecos salvavidas puestos, alertaron a los viajeros:
"¿Por qué llevas puesto el salvavidas si todo va bien?", se preocupaba uno de los viajeros, que no dejaba de grabar con su cámara.
Minutos después se confirmaba que sí había motivos para preocuparse. Cientos de viajeros, escuchaban las órdenes de la tripulación y esperaban a ser evacuados del buque.
Mientras, las riadas de agua comenzaban a inundar las plantas inferiores de la nave. Las imágenes facilitadas por los testigos son impresionantes.
Cuando las últimas personas abandonan el barco, eran casi las 3.00 de la madrugada. Algunos de los botes salvavidas comenzaban a descender de la nave y se vivieron momentos de mucha angustia.
Los recién evacuados, a bordo de las lanchas, se alejaban del barco, con el miedo en el cuerpo y sin creerse aún la pesadilla.
Cuando la mayoría del pasaje alcanzó la isla de Giglio, muchos decidieron pasar el resto de la noche en la Iglesia de la localidad italiana.