Política internacional
¿Qué es una zona de influencia y para qué sirven?
Una zona de influencia es un área geográfica sobre la que un Estado ejerce su poder de dominación política, económica, cultural y militar. Grandes potencias de la historia han establecido esferas de influencia para proyectar sus intereses en los territorios que la integran.
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Una zona de influencia es un área geográfica sobre la que un Estado ejerce su poder de dominación política, económica, cultural y militar. Las grandes potencias de la historia han establecido esferas de influencia para proyectar sus intereses en los territorios que la integran, así como para moldear su organización y asuntos internos. En esa línea, una zona de influencia también es un modelo de análisis de la realidad internacional que abarca las acciones de los Estados más fuertes respecto a los más débiles.
Del colonialismo europeo al triunfo estadounidense
Las zonas de influencia son previas al pulso entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Con la irrupción del imperialismo en la primera mitad del siglo XIX, el colonialismo occidental sobre África, Asia, Latinoamérica y el Caribe representó una extensión de esta política de dominación. En la década de 1840, por ejemplo, China y el Reino Unido se enzarzaron en las dos guerras del opio, que tras la victoria británica derivaron en la repartición del territorio chino entre las esferas de influencia de Europa. De este modo, los europeos controlaban sus puertos y regiones comerciales, como Hong Kong en el caso británico.
Por otro lado, Estados Unidos introdujo la política de "puertas abiertas" para deshacer las esferas de influencia europeas y competir por una porción del comercio con China. Una vez logradas sus pretensiones de expansión territorial, Washington planteó la doctrina Monroe, con la que reclamó Latinoamérica y el Caribe como zona de influencia natural bajo el lema 'América para los americanos'. De este modo buscaba frenar la entrada europea en el continente.
El concepto terminó de consolidarse a raíz de la Conferencia de Yalta de febrero de 1945, sobre el final de la Segunda Guerra Mundial. La reunión entre Stalin, Churchill y Roosevelt significó la creación del telón de acero y el comienzo de la Guerra Fría. El mundo pasó a dividirse en dos zonas de influencia: la de Estados Unidos, con la OTAN como instrumento de seguridad militar, y la de la URSS, con el Pacto de Varsovia. Aunque estuvo cerca, esa división propició que no estallara otra guerra mundial, aunque enfrentamientos indirectos entre las superpotencias en Corea, Cuba o Vietnam.
Con el final de la Guerra Fría y la desmembración de la URSS, Estados Unidos intentó aunar a todos los países bajo su esfera de influencia. Los estadounidenses crearon un orden mundial unipolar y se establecieron como única potencia hegemónica, entre otras, a través de la propia OTAN.
Rusia y China irrumpen con militares y dinero
El crecimiento de Rusia y China en las últimas décadas ha llevado a ambas potencias emergentes a competir con Estados Unidos por expandir sus zonas de influencia y asegurar posiciones dominantes en el comercio global. Esto lo hacen, por un lado, militarizando diferentes áreas geográficas.
China también ha visto una oportunidad para incrementar su poder en África, donde pasó a ser el primer socio comercial: los países del continente obtienen inversiones para modernizarse, mientras que el gigante asiático se asegura una ruta para exportar sus productos. Asimismo, Pekín ha encontrado en Suramérica un socio más institucionalizado y recursos naturales. Durante la pandemia, la diplomacia de la mascarilla ha afianzado al país como socio principal de la región con la venta de material sanitario.
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Por otro lado, Rusia ha consolidado su esfera de influencia en las antiguas repúblicas soviéticas, donde marca la agenda política en función de sus intereses, y en menor medida en América Latina y África con diplomacia y mercenarios, respectivamente. En 2022, Moscú se valió de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) para intervenir militarmente a favor del Gobierno. Sin embargo, el gran objetivo de su presidente Vladímir Putin es Ucrania. La invasión del país vecino obedece al miedo del Kremlin de perder su influencia histórica en el territorio ucraniano en favor de la OTAN. Ucrania, igual que Bielorrusia, ejerce de dique de contención entre la Rusia y la Alianza Atlántica, en un espacio que le impide a Occidente adentrarse en la zona de influencia de Moscú.
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