John ojea la página web de su fundación. Un año después participará en la carrera con el fin de conseguir fondos para el hospital que le trató. El año pasado esperaba ver a su padre llegar a la meta cuando la explosión le hirió en la cabeza.
Se encontraba a pocos metros de la meta, había caminado mucho "porque hacía un día precioso, y de repente estalló la bomba. Afortunadamente pude correr hasta el puesto de emergencia", asegura John Craven, víctima del atentado.
La metralla le causó daños en el oído, pero no cerebrales gracias al equipo de médicos que le atendió. Por eso quiere ayudar a los pacientes y a todo el personal del hospital.
Christopher Padgett es fotógrafo. No asistió a la carrera, pero se enteró desde su casa de la explosión. La noticia le impactó tanto que decidió tatuar en su brazo el skyline de Boston. Decenas de residentes tuvieron la misma idea y él ha decidió inmortalizar a los que quisieron guardar para siempre en su cuerpo algún símbolo de la fortaleza de la ciudad. Como ellos, muchos ciudadanos de Boston han querido hacer suyo el lema de la ciudad: sé fuerte, y demostrarlo un año después.
Una ciudad volcada con su maratón
La 118 edición del maratón de Boston, el más antiguo del mundo, servirá para comprobar si la ciudad ha conseguido sobreponerse a las dos bombas del año pasado y hasta qué punto la seguridad se convierte en protagonista.
Tres personas fallecieron y más de 260 resultaron heridas por las explosiones del 15 de abril de 2013, que traumatizaron a una ciudad que celebraba con el maratón el espíritu de superación del deporte, y ahora más que nunca intentará exhibir esa fuerza como desafío al terrorismo.
Muchos corredores tendrán este tercer lunes de abril, festivo Día del Patriota en Nueva Inglaterra, la posibilidad de cruzar la meta que no pudieron conquistar en 2013, ya que sus pasos fueron interrumpidos por las bombas caseras colocadas en la recta final.
