Los refugiados que quedaron sin techo al incendiarse el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, han empezado a ocupar un campamento provisional instalado por la ONU. Se realizan pruebas de coronavirus a todos los que acceden al recinto, que solo tiene capacidad para 3.000 de los 12.000 afectados. Los demás, incluidos muchos niños pequeños, siguen a la intemperie, tirados por el suelo, con escasez de agua y alimentos.
El acceso al alojamiento alojamiento continúa este domingo con lentitud y en las primeras 24 horas
han podido instalarse unas 200 personas. El ministro de Migración, Notis Mitarakis, ha informado de que hasta el mediodía del domingo se habían detectado
siete casos positivos de entre las 200 personas registradas.
Dos de las siete personas contagiadas de Covid forman parte del grupo de 35 personas que dieron positivo antes de que ocurriera el incendio y a las que se les perdió la pista tras la catástrofe. Todas estas personas son llevadas a una parte aislada del nuevo campo, donde deben permanecer en cuarentena.
La nueva instalación está situada a unos dos kilómetros de la capital de Lesbos, Mitilene, en un viejo campo de tiro del ejército, cerca del pequeño campo de Kara Tepé, erigido a comienzo de la crisis migratoria en 2015 para acoger a los grupos más vulnerables y a enfermos.