Ola de violencia

El Salvador opta por mano dura contra la violencia y ordena destruir a martillazos las tumbas de los pandilleros

El clamor social en El Salvador por la violencia de los pandilleros se ha encontrado con una respuesta firme del Gobierno de Bukele, que ha ordenado destruir sus tumbas a martillazos.

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La violencia de los pandilleros en El Salvador ha hecho que se caven su propia tumba en un doble sentido. En primer lugar, se han convertido en el objetivo de un gobierno harto de la violencia que provocan, y que está llevando al país a un intenso clamor social. Y el segundo sentido es literal, porque el Gobierno liderado por Nayib Bukele ha ordenado destruir las tumbas de pandilleros muertos para que no haya ni rastro de ellos en todo el país.

Esta medida, que ha causado polémica, ha sido tomada para evitar que el camposanto donde reposan los restos de muchos pandilleros fallecidos se conviertan en un 'templo' al que acudan los pandilleros en activo, para venerar a aquellos que ya no están. Las imágenes muestran a varias personas destrozando las tumbas con martillos, casi como si estuvieran demoliendo un edificio, y buscando que no quede ni rastro de las lápidas que conmemoran a los pandilleros muertos.

La ola de violencia desatada por las pandillas se ha convertido en un problema muy grave en El Salvador, que ha visto, desde principios de año, un notable aumento de los delitos cometidos por estos individuos. El presidente Bukele ya ha advertido de que no le temblará el pulso hasta erradicar la espiral de violencia que crece sin parar en el país, y su viceministro de Justicia, Osiris Luna, lanza un aviso a navegantes: "En este país, las pandillas ya no tienen cabida".

Los restos mortales seguirán ahí, pero la lápida no

Ha sido precisamente el propio viceministro de Justicia salvadoreño, Osiris Luna, quien ha querido también pronunciarse sobre las polémicas imágenes, en un vídeo que él mismo ha subido a Twitter y resaltando que "los terroristas "honraban" y colocaban flores a sus integrantes, en el cementerio de Santa Tecla", lugar donde se ha producido la destrucción de tumbas. Añade que "ningún terrorista merece ningún reconocimiento, por eso destruimos todo rastro de estos grupos".

Aunque las lápidas y las tumbas estén siendo destruidas por las autoridades competentes, con ayuda de algunos presos que realizan este trabajo en calidad de labor social, los restos mortales no serán trasladados. La única condición que ha puesto el Gobierno de El Salvador para que los cuerpos de los pandilleros fallecidos permanezcan en su sitio, es que no se les haga ningún homenaje ni se les lleve flores o lápidas. En caso contrario, y a la vista de lo que ha ocurrido con las lápidas, Bukele podría optar por emplear medidas más contundentes.

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