EEUU se ha quejado oficialmente ante España por pagar a Al Qaeda el rescate de los cooperantes españoles secuestrados en Mauritania. Albert Villalta y Roque Pascual estuvieron retenidos por la facción magrebí, una de las más peligrosas del terrorismo islamista.
Coherente con el mundo globalizado en el que vivimos, Al Qaeda es una multinacional del terror. De todas sus sucursales, la más próxima a nosotros, la del Magreb, está considerada como una de las más peligrosas. Nació en Argelia, tras el golpe de estado que en 1991 arrebató el poder a los islamistas del FIS.
Durante más de una década el GIA con sus atentados, llevó a Argelia al borde del colapso. Hoy, ya dentro de la red creada por Bin Laden y con apenas 400 hombres, ha ampliado sus fronteras y ahora su objetivo es -más que nunca- socavar los intereses occidentales, especialmente europeos, en la zona.
"Si nos vamos a lo concreto, lo que podemos ver es que son grupos que han entendido el uso de la violencia como una forma de vida y que lo que buscan fundamentalmente son recursos económicos para subsistir y ampliar así su radio de acción", asegura Jesús Núñez co-director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
El secuestro, convertido en una de sus actividades más rentables, divide a los países occidentales ante el dilema de pagar o no pagar. España, que durante el secuestro de tres cooperantes accedió a las pretensiones de los terroristas, ha sido duramente criticada por Estados Unidos y Francia.
"Creo que hay unos componentes de cinismo y de populismo muy claro en las declaraciones del presidente francés cuando trata de presentar a Francia como un país que no cede ante los terroristas. Francia ha negociado con terroristas. Francia ha pagado rescates por ciudadanos secuestrados en unos casos, y en otros no", afirma Núñez.