Los hospitales de las zonas de Turquía fronterizas con Siria están llenos de víctimas de la guerra vecina. Para evitar la saturación del sistema de Salud, las autoridades turcas han cedido a las fuerzas democráticas sirias algunos sanatorios.
Allí, algunas de las víctimas y sus familiares se lamentan de que el mundo permanezca impasible ante la tragedia siria y permita el sacrificio de miles de jóvenes como el hijo de la persona que nos habla, que ha perdido una pierna en los combates.
Ahmed, también víctima, nos cuenta que una bala le entró por el vientre y le salió por la espalda dejándole paralítico. El pequeño Bachir tampoco podrá caminar. La guerra le ha condenado a vivir sentado en una silla de ruedas, relatos como este son tristemente frecuentes.
"Aquí no paran de llegar pacientes", asegura el director del hospital, entre ellos hay muchos ancianos, mujeres y niños heridos por los bombardeos y enfermos por las privaciones que están sufriendo". Pero para encontrar víctimas de la guerra y los bombardeos en Siria, no hace falta entrar a un hospital. Basta por pasear por las calles de cualquiera de las ciudades turcas fronterizas.
Una legión de sirios fugitivos del terror malvive en tierras de Turquía al margen de los campos de refugiados buscándose la vida como pueden. La mayoría son niños. "En estos momentos hay más de cuatro millones de afectados por la guerra de Siria –nos dice Raquel Fernández, de UNICEF- Y esto significa que hay que atender tanto sus necesidades básicas como ayuda para sacarse el terror del cuerpo".
