Desde México a Argentina, el hacinamiento que acaba degenerando en motines, es moneda común en todo el continente. Tragedias, que se repiten periódicamente y que en los últimos años ha causado centenares de víctimas.
No es la primera vez que Honduras sufre una tragedia carcelaria. En 2004 murieron otros 107 reos en circunstancias muy parecidas... De poco han servido las denuncias de los organismos de derechos humanos que durante años han puesto en su punto de mira a toda Latinoamérica
"La situación en los penales es gravísima. Buena parte de los establecimientos carcelarios existentes vienen del siglo pasado y a esto hay que agregar evidentemente la irrupción de un fenómeno que se ha extendido como un cáncer en todo el continente que es el del narcotráfico" asegura Carlos Malamud, investigador especialista en América Latina del Instituto Elcano.
La expansión de los cárteles de la droga, sobre todo mexicanos y colombianos, a otros territorios ha llenado los penales hasta tal punto, que en algunos países el número de reclusos cuadruplica su capacidad.
"Muchos motines coinciden con los periodos de mayor calor. Es decir, esto tiene que ver con las condiciones de vida que se producen dentro de las propias prisiones: el hacinamiento, las malas condiciones de vida, la falta de servicios sanitarios de todo nivel".
Un ambiente hostil, donde paradójicamente son las bandas, casi siempre rivales, las que ostentan el poder.
"En muchas cárceles el control de la vida cotidiana dentro de las cárceles no está en manos ni de las autoridades carcelarias ni de los funcionarios de prisiones, sino de los propios reclusos" sentencia el profesor Malamud.
Funcionarios de prisiones, corruptos y mal preparados la mayoría de las veces, que en situaciones extremas como la vivida esta semana, multiplican el número de víctimas con su negligencia.