Persas, chinos, indios, portugueses, holandeses, británicos... Si todo el mundo ha querido pasar por aquí y hacer suya esta isla, por algo será. Si grandes viajeros como Marco Polo o Ibn Batuta pararon aquí, y ha sido elegida por la reconocida guía de viajes Lonely Planet como el país estrella para visitar este año, ¿cómo no lo vamos a hacer nosotros?
La Roca del León, ¿el inaccesible refugio de un rey?
Nadie puede viajar a Sri Lanka y no visitar Sigiriya. Esta espectacular montaña es, en realidad, una roca de 200 metros de altura y paredes verticales. En lo alto se conservan las ruinas de lo que pudo ser un monasterio o un palacio. Fue, dicen por aquí, el refugio del rey Kasyappa, que intentaba, después de emparedar vivo a su padre, evitar la venganza de su hermano.
Sigiriya es espectacular se mire desde donde se mire. Lo es su subida: muchos de los 1230 escalones están literalmente colgados de la pared vertical. Lo es su cumbre: una superficie prácticamente plana e inclinada con impresionantes vistas de la selva alrededor.
El Gal Vihara, en Polonnaruwa
La bicicleta es la mejor forma de recorrer el recinto arqueológico de Polonnaruwa, la que fue hace 1000 años capital de la isla. Son cientos de tumbas, templos, estatuas y stupas en un área cerrada, libre del bullicio y del tráfico. Pero no ajena a la vida. Porque los esrilanqueses vienen aquí no sólo a contemplar una parte de su historia, sino a rezar ante sus divinidades, sean budistas o hinduistas.
El Gal Vihara, por su parte, uno de los puntos culminantes de la visita, es el recinto de los rezos budistas ante cuatro figuras de Buda.
Los templos rupestres de Dambulla
Los 160 metros de subida hay que tomárselos con calma y con cuidado con los monos para que no te quiten la fruta con la que intentas recuperar el resuello. Pero lo que espera arriba no decepcionará.
El complejo del Templo Real de Dambulla son cinco cuevas con unas 150 estatuas y pinturas de Buda que cubren incluso los techos de piedra. Las imágenes más antiguas superan los 2000 años. Aunque sean cuevas son de fácil acceso, es como visitar las estancias de un templo. En la bajada, más descansado, seguramente apreciarás mejor la diversión que ofrecen las familias de monos.
Las montañas de té de Nuwara Eliya
En 1867 se plantó el primer té en Ceilán, antiguo nombre de la isla. Hoy, Sri Lanka es el cuarto productor mundial. Y las llamadas "tierras altas", las montañas del centro del país, son el lugar donde se produce. Aquí el paisaje son infinitas plantaciones de té cubriendo las laderas de las montañas. La ciudad de Nuwara Eliya, con su arquitectura de la época colonial inglesa, es una buena base para visitar el lugar.
Lo mejor es contratar un tuk-tuk para recorrer sus carreteras y visitar algunas fábricas de té, como Mackwoods, establecida aquí desde 1841, con visita guiada, degustación y tienda.
Los leopardos de Yala
El Parque Nacional de Yala es, dicen, uno de los mejores lugares del mundo para avistar leopardos. Eso no significa que sea fácil. Hay que contar con un poco de suerte y la pericia del guía con el que hagas la visita. Yala es un enorme parque nacional en plena costa sur de Sri Lanka donde abundan cocodrilos, elefantes, grandes varanos, pavos reales, búfalos, flamencos...
La ciudad colonial de Galle
El Fort, la ciudadela de Galle, es un acogedor recinto de casas de la época colonial holandesa en un entorno tropical. Rodeado por una muralla bañada por el océano Índico, pasear por ella al atardecer es un pasatiempo tan apreciado por visitantes como por quienes viven aquí.
Un atardecer en Colombo
La capital de Sri Lanka, Colombo, es un lugar en el que no suelen detenerse los turistas, más interesados en las muchas maravillas que ofrece el resto de la isla. Pero no está mal dedicar unas horas a Colombo, antes de coger el vuelo de regreso a casa. Pasear al atardecer por el Galle Face Green es una deliciosa manera de sumergirte en la bulliciosa vida de los esrilanqueses.