Este martes, 4 de junio, se cumple el trigésimo aniversario de la matanza de Tiananmen, cuando el Ejército de Liberación Popular dispersó las manifestaciones estudiantiles en el centro de Pekín con tropas y tanques, y causó un número indeterminado de muertos, una cifra desconocida incluso treinta años después. Antena 3 Noticia ha entrevistado a una de esas estudiantes, Rosa Tang.
José Ángel (JA): ¿Qué recuerdas de lo sucedido?
Rose (R): Es la experiencia de una masacre. Sabía a lo que iba, así que recorrí determinada los 25 kilómetros que separaban mi universidad de la Plaza de Tiananmen la tarde del 3 de Junio. Cogí una camiseta negra, me puse mi bandana roja y una chaqueta negra. Estaba lista para morir por la democracia así que enfilé el camino a la Plaza con la actitud de alguien que sabe que va a morir.
JA: estabas lista para morir y de hecho, casi mueres.
R: sí, casi muero, ya que se produjo una gran estampida. Casi fui aplastada. Quedé atrapada en aquella estampida de estudiantes que huía. Todo el mundo a mi alrededor gritaba y lloraba. Estaba entre la multitud y los tanques. Y ahí, bloqueada entre ambos, ni siquiera podía respirar. No podíamos trepar por los tanques para huir, ya que bajo la ametralladora del tanque había un soldado. Podía ver su cara y me miraba. Sostenía la ametralladora y apuntaba a la multitud. La escotilla del tanque estaba abierta. Lo recuerdo bien. Es como si hubiera pasado ayer. Recuerdo todo esto 30 años después. Al final pude pasar sobre los tanques, cruzando al otro lado y dejándolos atrás. Así fue como sobreviví.
JA: ¿Por qué estabas allí?
R: Estaba allí para morir por la Democracia. Estaba allí para defenderla. Pensé que era el momento de ser una revolucionaria. Una heroína. Era joven y estúpida.
JA: Entonces, ¿piensas que no mereció la pena?
R: Estaba orgullosa de tener algo en lo que creer, algo que defender a cualquier precio y por lo que luchar. Era consciente de que podía morir en cualquier momento. No pensaba que mi vida valiese tanto. Era tan sólo una persona entre billones, así que si moría por un propósito. Claro que merecía la pena.
JA: ¿Qué propósito podía merecer ese coste?
R: la defensa de los Derechos Humanos, que estaban amenazados, y la Democracia para China, para más de más de mil millones de personas, así que claro que merecía la pena. Uno de mis amigos fue asesinado. Tenía sólo 19 años.
JA: Estoy seguro, y lamento su pérdida. Muchos fueron asesinados y miles de familias se rompieron. Esos efectos duran hasta hoy. ¿Tienes al menos la impresión de que aquello que hicisteis sirvió para algo?
R: El hecho de que estén incrementando la represión más que nunca significa que están perdiendo. Significa que tienen miedo de la gente. Gente como yo, haciendo tan sólo pequeñas cosas, puede desequilibrar la balanza y ganar esta guerra. Quizá perdimos aquella batalla: terminó en una auténtica masacre. Pero ganaremos la guerra.
JA: tendemos a pensar que la conquista de los derechos humanos siempre es progresiva, como una línea recta hacia delante, pero en el caso de China no parece ser así ahora mismo
R: Creo que aún hay mucho por hacer con esos derechos y el gobierno de China. Nuestras empresas siguen controladas por el Gobierno. Las empresas chinas siguen controladas por él. Durante años he estado haciendo multitud de informes y entrevistándome con ejecutivos de multinacionales. Ellos me cuentan que el principal trabajo en China es tener bajo control el resto de oficios. Y se muestran orgullosos de ello. Además, lo hablan abiertamente con los periodistas. Los periodistas también adoptan la manera china de hacer las cosas. Mienten, hacen trampas, engañan a la gente. Hacen todo aquello que va en contra de la humanidad. Todo aquello que va en contra del planeta.