La recepción que este sábado ofrecerá el presidente francés, Emmanuel Macron, a sus homólogos de Alemania, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y Japón arrancará oficialmente una cumbre del G7 minada por profundos focos de tensión entre los distintos aliados.
Una cumbre vigilada por 13.200 gendarmes y policías franceses y por otros 7.000 agentes de varios cuerpos policiales en territorio español, y que prolongará sus discusiones en Biarritz, en el suroeste de Francia, hasta el lunes.
La cena informal de este sábado será la primera oportunidad de ver juntos a los representantes de esas grandes potencias desarrolladas, que tomarán el pulso a la actualidad con el 'brexit', el pacto nuclear iraní o la guerra comercial entre EEUU y China como puntos destacados.
El choque de posturas en materia comercial e iraní entre el mandatario estadounidense, Donald Trump, y el resto de socios, o la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea en octubre prometen tensar las discusiones, completadas por reuniones bilaterales.
El programa del domingo debuta con una sesión de trabajo en torno a la economía, el comercio y la seguridad internacional, seguida por otra ronda de entrevistas bilaterales y por la inclusión en las negociaciones de los dirigentes de la ONU o el Banco Mundial, entre otros.
Macron, anfitrión del encuentro porque Francia ostenta la presidencia de turno del G7, también ha abierto las discusiones a cuatro países que destacan por su implicación en la protección del planeta y la transformación digital: Sudáfrica, Australia, Chile y la India.
Y en su intención de hacer de la lucha contra la desigualdades el tema central de esta 45 cumbre, un objetivo que a su juicio solo puede cumplirse con la colaboración del continente africano, se ha otorgado un lugar privilegiado a Burkina Faso, Egipto, Senegal y Ruanda para ayudar a impulsar allí un crecimiento más justo.
La cita contará también este domingo con la participación del presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez, que acudirá a la cena de honor ofrecida a los asistentes y sus consortes.
La crisis climática, con el incendio en la Amazonía como principal urgencia global, y la transformación digital de la economía coparán el lunes los debates de este encuentro, en el que en su última jornada participarán igualmente representantes de la sociedad civil.
Las discusiones estarán confinadas en el majestuoso Hotel du Palais, una villa en primera línea de playa que el emperador Napoleón III mandó construir para su esposa, la española Eugenia de Montijo, poco después de su boda en 1854, y que la pareja convirtió desde entonces en su residencia estival.
Johnson y Trump, los protagonistas
Donald Trump y Boris Johnson pondrán a prueba la unidad del G7 en una cita que se prevé tormentosa aunque se celebre en una ciudad balneario.
El uno, imprevisible y anclado en el proteccionismo, y el otro, impulsivo y de lengua corrosiva, no se lo pondrán fácil a los demás líderes políticos.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, pretende que la desigualdad social sea el tema principal, casi a la par que el cambio climático.
Pero las bolsas de todo el mundo, nerviosas por la sombra de una recesión mundial, esperan al menos señales de que el G7 acerca posturas sobre la economía global.