Isabel II

Todos los secretos que esconde el bolso de Isabel II

El bolso de la Reina Isabel II es uno de los iconos más distinguidos de su imagen. Pero, ¿sabías que lo usaba para mandar mensajes discretos a su personal?

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Isabel II siempre ha tenido un distinguido estilo entre las reinas europeas. En los últimos años, una amplia paleta de colores inundaba su armario. Pero si algo caracterizaba su imagen, aparte de su pelo, sus perlas y sus broches, era su imprescindible bolso.

De asa corta y firmado por la marca británica Launer, así era el bolso que siempre le acompañaba. El modelo ‘Traviata’ en negro charol era su preferido. Su madre le regaló el primero y, desde entonces, ha ido agrandando su colección, la cual se dice que asciende a más de 250 bolsos. Pero este elemento se convirtió en algo más que un complemento. La Reina usaba su bolso para transmitir mensajes de manera discreta a su personal.

Cambiarse el bolso de mano

Cuando la Reina se pasaba el bolso de una mano a otra, significaba que daba la conversación por terminada, ya sea porque no le interesaba el tema o porque le aburría. Era su manera de dejar claro al servicio que no iba a continuar charlando con esa persona.

Bolso sobre el suelo

Si Isabel conseguía poner el bolso en el suelo, quería decir quela conversación que estaba manteniendo debía terminar ya. En cuanto su personal captaba el mensaje y hacía todo lo posible por sacarla de esa situación.

Bolso sobre la mesa

En el momento en que la Reina Isabel colocaba su bolso sobre la mesa, significaba que quería que el evento terminara ya. Su personal entonces tenía como máximo cinco minutos para finalizarlo de la mejor manera posible. ¿Los motivos? Que la Reina estaba cansada o aburrida y deseaba marcharse.

Un bolso para toda la vida

Isabel II no era fan del ‘usar y tirar’. Prueba de ello era las repetidas ocasiones en las que ha vuelto a lucir públicamente alguno de sus diseños favoritos. Según señala su estilista, Angela Kelly, a la Reina le gustaba usar sus trajes dos o tres veces en actos públicos antes de trasladarlos a su armario personal, los cuales lucía en su vida privada. Por el mismo motivo, no desechaba ninguno de sus bolsos, los mandaba arreglar o, incluso, pedía algunas modificaciones para eventos especiales.

Cuando a la Reina le gustaba algo, era fiel a ello, por eso, el asa del bolso debía tener una longitud exacta que evitara que este se enredara en su ropa y le permitiera moverlo ágilmente para poder dar dichas instrucciones o saludar correctamente a la gente, ya que siempre era de mano, no le gustaban las correas para llevarlo al hombro.

Aunque para la mayoría de monarcas, suele ser imprescindible en sus armarios reales las coronas, broches o perlas, para Isabel II era impensable salir sin su Launer de la mano.

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