La Torre de la Libertad ha quedado desde este sábado abierta al público. Su nuevo observatorio, a 381,25 metros de altura, ofrece una escalofriante vista de Manhattan, Brooklyn y Nueva Jersey. "No solo es la mejor vista de Manhattan, ¡es la mejor vista del mundo!", subrayó Dave Kerschner, el presidente de Legends, la empresa que opera el observatorio y que ha invertido 85 millones de dólares en la construcción de la atracción en los últimos pisos del edificio más alto del hemisferio occidental.
Si las condiciones meteorológicas lo permiten, los visitantes pueden observar hasta una distancia de más de ochenta kilómetros de distancia desde las ventanas de los pisos 100, 101 y 102. Es, literalmente, ver desde las mismas nubes que muchos días ocultan la cima del rascacielos.
Permite identificar lugares tan emblemáticos como el Empire State, el puente de Brooklyn o la Estatua de la Libertad
"Me siento muy orgulloso -aseguró Kerschner- por todos los hombres y mujeres que han trabajado muy duro. Los diseñadores que imaginaron el concepto, los constructores que lo hicieron real y todo el mundo que ha trabajado para asegurarse de que esta atracción sea lo que es hoy".
Pero, además de una posición geográfica estratégica que permite identificar lugares tan emblemáticos como el Empire State, el puente de Brooklyn o la Estatua de la Libertad, el One World Trade Center tiene una gran carga simbólica al haber sido construido en el terreno en el que antes se erigían las anteriores líderes del "skyline" neoyorquino, las Torres Gemelas.
"No creo que nadie sea capaz de olvidar jamás, pero nuestro punto de vista es ser siempre respetuosos con el hecho pero al mismo tiempo ser muy optimistas sobre el futuro y contar una historia sobre hoy y sobre lo que está por venir", aclaró Kerschner.
Destinada a mostrar el orgullo de la recuperación neoyorquina tras la tragedia, la torre y su aguja tienen exactamente 1.776 pies de altura (542 metros), en referencia al año de la declaración de independencia de Estados Unidos, y de ahí se deriva su patriótico sobrenombre.
Sin un nuevo homenaje a las cerca de 3.000 víctimas de los atentados más terribles en Nueva York -el observatorio proveerá entradas a los familiares y a los bomberos que trabajaron en el rescate-, el único recuerdo al 11S se articula mediante el uso de las tecnologías punteras, que no dejan de sorprender a lo largo de la visita.
Así, al subir hasta la cima en ascensor en un tiempo récord de 47 segundos, los visitantes se encuentran con un vídeo que simula unas ventanas y permite ver la evolución de Nueva York desde su fundación y hasta la actualidad en una "representación razonablemente fiel" en la que aparecen las Torres Gemelas durante los años en que formaron parte del "skyline".