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EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA REPRESA DE ITAIPÚ
Tres hombres se crucifican para exigir a su antigua empresa los "beneficios laborales acordados"
La represa se sitúa en la frontera entre Brasil y Paraguay, y los hombres 'crucificados' -de nacionalidad paraguaya- exigen que se cumplan las condiciones pactadas, como así se ha hecho con los trabajadores brasileños que participaron en la obra.
Los tres exempleados de la empresa encargada de construir la represa de Itaipú -en la frontera de Paraguay con Brasil-, que decidieron crucificarse como forma de reclamar los beneficios laborales que dicen se les debe desde la construcción de la faraónica obra, cumplen seis días clavados a un madero frente a la embajada brasileña de Asunción -en Paraguay- y siguen sin ingerir nigún alimento.
El trío de 'crucificados' persiste en su reclamación desde el pasado martes, cuando fueron acoplados a sus cruces a través de un par de clavos que perforan sus manos y luego acostados a escasos metros de la embajada, en el centro de Asunción, la capital paraguaya. Son Roberto González, de 61 años, Roque Samudio, de 58, y Gerardo Orué, de 49, que se han convertido en los 'cristos' de todos los extrabajadores paraguayos que participaron en la construcción de la represa de Itaipú, compartida entre Paraguay y Brasil y la hidroeléctrica de mayor producción del mundo.
Mediante esta extrema protesta, reclaman que se les paguen los beneficios retroactivos contemplados en el protocolo de 1974, que aseguran sí cobran los brasileños que participaron en la construcción de la descomunal estructura.
La protesta se ve endurecida por el hecho de que desde el principio decidieron no comer alimentos sólidos, con objeto de disminuir las defecaciones, e incluso racionar la cantidad de líquido para orinar lo menos posible y no provocar movimientos bruscos. "En los seis días solo han hecho de cuerpo dos veces, y sin desclavarse.
La alimentación consiste en suero y jugo de zanahoria", dijo Teodorico Franco, uno de los portavoces de la Coordinadora General de los Extrabajadores de Itaipú y Contratistas. González señaló que logran erradicar los dolores musculares, especialmente los de los brazos, con relajantes y con masajes manuales y eléctricos.
Además se le refresca con paños mojados y se les limpia para mantener la higiene diaria. Reciben también la visita de médicos del Ministerio de Salud Pública que les toman la temperatura y analizan su estado. "Dicen los médicos que la inmovilidad puede provocar deshidratación y esta un paro cardiaco", apuntó Franco.
Pero los 'crucificados' coinciden en que su mayor apoyo son sus antiguos compañeros, gente de los 17 departamentos de Paraguay que llegan para darles aliento y fuerza. Ello se acomodan en un toldo de plástico, al que se suma uno que hace de cocina, un campamento urbano que cuenta con varios baños portátiles, todo sufragado con un fondo común.
La Coordinadora agrupa a 9.500 exempleados, de los casi 40.000 que trabajaron en la represa, que comenzó a operar en 1984. Entre los puntos que piden se encuentran incentivos por productividad y antigüedad, así como un vale de alimentación y complementos por vacaciones y por traslado de los trabajadores fuera de su región de origen.
Tras muchas movilizaciones, en noviembre sus integrantes se inclinaron por las crucifixiones como forma de queja. Los primeros en hacerlo fueron Gonzalez y Orúe. "Estuvimos tres días y lo abandonamos porque la gente del Gobierno nos dijo que ya estaba todo solucionado, y fue un engaño", recordó González.
Ahora repiten con una protesta que tiene una gran carga simbólica en el ámbito cristiano, pero que también obedece a razones de edad. "La mayoría estamos cerca de la tercera edad y no estamos para cerrar carreteras y enfrentarnos a la policía. Estamos viejos. Y además fue Jesucristo el que dio a la cruz el significado de justicia en el mundo", dijo Gustavo Álvarez, otro de los extrabajadores.
Sobre una futura solución al problema, Franco indicó que el Gobierno paraguayo les ha asegurado que las autoridades de la binacional están estudiando su exigencia para dar una respuesta positiva. En caso contrario, la Coordinadora prepara nuevas crucifixiones para la semana próxima, sin que ello signifique que González, Orué y Samudio abandonen sus puestos. "Hay dos mujeres ya listas y un extrabajador de 85 años también decidido a clavarse", dijo Teodorico Franco.
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