Tarjetas de crédito

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NO DEBERÁ PAGAR LOS INTERESES NO ABONADOS

Un tribunal ruso valida el contrato de una tarjeta de crédito redactado por el propio cliente

Un cliente del Tinkoff Credit Bank Systems decidió introducir varias modificaciones en el contrato de una tarjeta de crédito, y la entidad no puso ninguna objeción porque no leyeron el documento. El hombre estableció que la cuenta no tendría ningún límite de crédito ni tampoco cargos para el cliente.

Dmitri Agárkov, un cliente del Tinkoff Credit Bank Systems (TKS), uno de los bancos on-line más importantes de Rusia, introdujo sus propias condiciones en el contrato de una tarjeta de crédito sin que la entidad se diera cuenta, según recoge The Telegraph.

El hombre, de 42 años y natural de Vorónezh, tenía que imprimir y firmar el formulario que le envió la entidad, pero decidió escanear el contrato e introducirle varias modificaciones. Agárkov envió el documento al banco, que no se percató de los cambios y dio el visto bueno.

El nuevo contrato contemplaba que la cuenta no tendría ningún límite de crédito ni tampoco cargos para el cliente. Asimismo, Agárkov redactó una serie de cláusulas que establecían una sanción al banco si modificaba de manera unilateral alguna condición del contrato. En concreto, el hombre fijó una indemnización de cerca de 60.000 euros por cada cláusula que el TKS incumpliera, y unos 136.000 euros si se cancelaba la tarjeta de crédito.

En el año 2010, el banco canceló la tarjeta por los retrasos que el cliente acumulaba en sus pagos. En 2012, la entidad denunció a Agárkov para que pagara algo más de 1.000 euros adeudados por los intereses no abonados. Pero el tribunal ha decidido que el contrato firmado es totalmente válido, y considera que Agárkov tenía derecho a proponer sus propias condiciones, por lo que no deberá pagar.

Ahora Agárkov exige a su banco más de 543.000 euros por violar varias cláusulas del contrato de la tarjeta, como la prohibición de rescindir el acuerdo unilateralmente. El banco asegura que Agárkov será condenado a cuatro años de cárcel por fraude, pero el ciudadano ruso no se rinde y asegura que los únicos culpables son los empleados del TKS por firmar unos documentos sin leerlos.

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