Elecciones Estados Unidos
Trump y Biden quieren volver a verse en 2024, pero quizás sean los únicos que desean que eso ocurra
La política diaria de Estados Unidos sigue girando en torno a Donald Trump y Joe Biden.
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Cualquiera que hubiera estado distraído un par de años y de repente viera las noticias por vez primera podría perfectamente pensar que seguimos en la anterior campaña electoral. Porque a día de hoy la política diaria de Estados Unidos sigue girando en torno a Donald Trump y Joe Biden. Pero por supuesto hay algunos pequeños pero muy reveladores cambios. Y hoy es un buen día para verlos.
En sus polémicas sin fin, Trump ahora más que descaro parece buscar prudencia y Joe Biden cree haberse ganado el derecho a volver a presentarse a las elecciones pero tenerlo del todo claro no lo tiene ni él... ni nadie. Vamos por partes. Son tan buenos amigos Donald Trump y Kanye West -que ahora se hace llamar Ye-, que pese a los comentarios antisemitas del rapero y diseñador los dos acaban de cenar juntos en la residencia de Donald Trump en Mar a Lago, en Florida.
A Trump no le ha importado que las palabras de su amigo hayan sido tan tóxicas que hasta Adidas ha roto sus contratos comerciales con él. No solo eso. En la cena estaba también a la mesa Nick Fuentes, muy conocido en Estados Unidos por ser un supremacista blanco y negador del Holocausto judío.
Naturalmente esto ha provocado la previsible polémica. Pero la novedad es que ha ido mucho más allá de lo previsible. La indignación no es solo demócrata sino también republicana.
Hasta eso ha provocado tal indignación que Donald Trump dice ahora que no sabía con quién cenaba… Dándose cuenta que, a diferencia de antes, la protesta contra él viene desde dentro de sus propias filas republicanas.
Los grandes barones del partido y resto de potenciales candidatos republicanos a presidentes guardan silencio, por ahora, pero para la campaña electoral recordarán a quienes se lo tengan que recordar que Trump en ocasiones frecuenta a sujetos no precisamente bien vistos por Israel. Pero numerosos cargos medios republicanos ya no se callan como antes.
Ejemplo, Asa Hutchinson, gobernador de Arkansas, un estado donde en su día fue gobernador Bill Clinton pero en realidad es republicano hasta el arroz -porque es una región tradicionalmente arrocera como la Comunidad Valenciana en España.
También ha criticado a Donald Trump James Comer, un congresista de Kentucky con mucho poder porque va a ser el presidente del comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes y desde el que va a investigar a Hunter Biden, el hijo del presidente -prepárense: eso va a ser muy, muy importante.
A Trump le interesa que esa investigación sea todo lo profunda y escandalosa que sea posible pero puede que en algún momento al Partido Republicano no le interese tanta toxicidad en la política estadounidense. Es decir, Trump debe cuidar esa amistad con Comer. Y, de momento, Comer se atreve a criticar a Trump. Eso no lo haría antes.
Y a Trump le ha criticado incluso David Friedman, uno de sus más importantes abogados y asesores y al que Trump llegó a nombrar embajador en Israel. Pero ahora también se atreve a apuntar con el dedo a Trump.
Por todo ello, Trump ha echado el freno con varias excusas, la más curiosa de todas decir que no conocía a Nick Fuentes -algo francamente increíble para quien también conoce la ultraderecha estadounidense.
Lo importante no es la excusa en sí, sino el gesto. Trump antes en sus polémicas solo buscaba el descaro, la provocación, el paso adelante. Ahora se da cuenta de que tiene que andar con mucho más cuidado porque la polémica tiene peaje doméstico, en su propio partido.
También Biden le ha criticado, naturalmente, tras pasar el fin de semana con sus siete nietos y un ejército de guardaespaldas aunque, donde estaba, Nantucket, es todo lo contrario de Arkansa: en Nantucket son demócratas hasta las vieiras, que es el producto típico y donde están muy sabrosas aunque, obviamente, mucho menos que las de Galicia.
El caso es que Joe Biden ha dedicado el largo puente festivo descansando pero también en conversaciones con su esposa Jill y sus asesores más íntimos sobre su posible candidatura. Y preparando una cita crucial que ha puesto en el calendario para el día 15 para decidir si vuelve a presentarse con un equipo mucho más amplio de asesores. En teoría es para discutir la agenda de 2023. Pero en la agenda lo más importante es si él se presenta o no de nuevo a presidente.
Biden cree que el resultado en las elecciones al Congreso, mucho mejor de lo esperado para los demócratas, ha sido gracias a su gestión y no a pesar de ella y gracias a Trump. Todo ello hace más probable su candidatura. Pero sigue siendo un presidente impopular y generando dudas por pretenda ser presidente hasta los 86 años.
Nadie sabe lo qué el piensa de verdad pero sí lo que dice: que quiere seguir. Pero igual de claro es que la mayoría del Partido Demócrata y de la base demócrata no lo ve claro. Lo aceptarían -qué remedio!- pero nadie lo ve claro. Probablemente Joe Biden tampoco. Por supuesto, anunciar no presentarse abriría otra incógnita enorme, la de quién le reemplazaría.
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