Trump, enfadado, pide que retiren en Colorado un retrato suyo "desfigurado a propósito"

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha protagonizado un fuerte enfado por un retrato que le han hecho. Ha puesto el grito en el cielo al verlo colgado en el Capitolio del Estado de Colorado. Pide que lo retiren de inmediato. No se ve favorecido y señala que se ha distorsionado de manera intencionada su imagen. Culpa al gobernador de Colorado Jared Polis al que califica de "izquierdista radical".

Antes de que descuelguen el retrato muchos curiosos se han acercado a verlo y fotografiarlo. "A nadie le gusta una mala foto o pintura de sí mismo, pero la de Colorado, en el Capitolio estatal, colocada por el Gobernador, ha sido desfigurada a propósito hasta un punto que ni siquiera yo he visto antes", ha escrito Donald Trump en una publicación en su red Truth Social.

El cuadro es una obra de la retratista local Sarah Broadman. El presidente de EEUU agregó que "la artista también pintó al presidente Obama y se ve maravilloso, pero la mía es realmente la peor. Debió perder su talento con la edad".

"En cualquier caso, preferiría no tener una pintura a tener esta. Mucha gente de Colorado ha llamado y ha escrito para quejarse. De hecho, ¡están furiosos!", agregaba el republicano. El gobernador Polis ha respondido al jefe de la Casa Blanca. Mostraba irónicamente su "sorpresa" por el interés del presidente en el edificio del Capitolio estatal y su catálogo artístico, agradeciendo la oportunidad de "mejorar la experiencia de los visitantes" al cumplir con sus deseos de retirar el retrato.

Groenlandia en el punto de mira

Trump ha vuelto a insistir en sus intenciones de tomar el control de Groenlandia. Le han vuelto a preguntar si Groenlandia terminará anexionada a Estados Unidos y respondía: "Bueno, creo eso sucederá". "Lo necesitamos para la seguridad internacional", apuntaba.

Lo lleva diciendo desde el comienzo de su mandato. Ahora su vicepresidente J.D Vance amenaza. Una provocación más que ha desatado la ira en Groenlandia y una injerencia en la soberanía, dice la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.

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