Este nuevo palacio ha sido bautizado como "Ak Saray" (Palacio Blanco), algo que se ve como desde el país como un giño al nombre de su partidoen (AK Parti) pero también a la Casa Blanca de Washington, cuyo nombre se traduce como "palacio" en turco.
Este inmenso edificio reemplazará a la Villa de Çankaya, que ha servido de residencia a los presidentes turcos desde la fundación del Estado en 1923 tras haber sido elegida personalmente por el 'padre de la patria', Mustafa Kemal Atatürk dos años antes.
Tiene 300.000 metros cuadrados y tres bloques de edificios que suman 1.000 habitaciones, el nuevo palacio no sólo superará en tamaño las residencias oficiales de países como Francia, Reino Unido, Rusia o EEUU sino que también la del sultán de Brunei, registrada en el libro Guinness de los récords como la de mayores dimensiones.
Dentro de este complejo se pueden encontrar una mezquita de cuatro minaretes, un búnker antinuclear como "centro de operaciones gubernamentales" y una oficina presidencial blindada contra escuchas, así como dependencias en las que sólo se puede penetrar mediante un control de huellas dactilares o de retina.
El coste se estima entre 300 y 500 millones de euros y el palacio estará en pleno uso a partir de la próxima primavera, cuando la familia de Erdogan se traslade a un anexo dentro del complejo.
Es un complejo tan enorme como polémico, que se suma a otros macroproyectos, como el anuncio del mayor aeropuerto del mundo en Estambul (aún en planificación), duramente criticado, amén de otras críticas también jurídicas.
El palacio estará en uso a partir de la próxima primavera
"Desde que el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) llegó al poder en 2002, ha tenido una obsesión: tener algo grande no basta, necesitan tener lo más grande", aseguró el politólogo turco Tarik Sengül.
El palacio se halla en un terreno boscoso en la periferia de la ciudad, establecido por Atatürk como terreno agrícola experimental y hoy convertido en uno de los "pulmones verdes" de la capital. Debido a esta construcción miles de árboles fueron talados durante la edificación del "Ak Saray", y tras una denuncia de ecologistas, ingenieros y arquitectos, los tribunales decidieron en marzo pasado suspender la construcción. Pero Erdogan hizo público su desacato de la sentencia: "No he hecho nada ilegal. Si tienen suficiente fuerza, que lo derriben" zanjó.
"Con esta obsesión, los dirigentes han vulnerado sus propias leyes, han destruido ciudades y dañado el legado arquitectónico y cultural de la República", asegura Sengül.
Desde diferentes puntos de Turquía, aseguran que se han vulnerado diferentes leyes, y que la `obsesión´del presindente y su partido ha destrozado parte de la riqueza natural de Ankara, ya que se ha construido en uno de los "pulmones verdes" de la ciudad.