La policía turca mantiene arrestadas a 12 personas por su presunta relación con el ataque contra el club 'Reina' en Nochevieja, que dejó 39 muertos, mientras sigue a la fuga el supuesto autor de la masacre, reivindicada por el grupo terrorista Daesh. Los servicios de inteligencia turcos tienen "pistas sobre las huellas dactilares y la apariencia" del sospechoso, aseguró el viceprimer ministro, Numan Kurtulmus.
Además, las autoridades turcas han puesto bajo custodia policial a su familia, aunque la policía no ha revelado su identidad. "La policía sabe la identidad del atacante (aunque no la ha revelado a pesar de publicar su foto) y su familia está en custodia policial", indicó el diario Hürriyet. No obstante, ya se ha filtrado su nombre: Lakhe Mashrapov. Tiene 28 años y es natural de Kirguizistán.
Parecía tener experiencia de combate y podría haber recibido entrenamiento en Siria, según el periódico 'Haberturk' y una fuente de los servicios de seguridad citada por la agencia de noticias Reuters. "El asaltante tenía experiencia de combate, eso por supuesto. Podría haber luchado en Siria durante años", ha asegurado la fuente, que considera también probable que las directrices sobre el tiroteo partiesen directamente de Daesh, que ha asumido el ataque.
El terror empezó en el primer día de 2017 cuando a la 01.20 hora local (22.20 GMT del 31 de diciembre de 2016) un desconocido apareció en la puerta del club y disparó contra los guardias de seguridad, que no llevaban armas. El periódico 'Hürriyet' asegura que el atacante disparó en el club con un arma de cañón largo hasta 180 veces. Si bien aún no está claro cuántos minutos permaneció dentro del club antes de huir, la investigación cree que primero subió al primer piso, disparó allí contra la gente, luego bajó a la planta baja y mató con disparos a la cabeza a varias personas que estaban tiradas en el suelo.
Después de cambiarse de ropa, el atacante abandonó el lugar en medio del caos y dejó su arma y su chaqueta en el club. Las imágenes muestran que el supuesto autor actuó de manera "extremadamente profesional" y, por su forma de caminar, parece que habría sufrido un disparo en su pierna derecha, aseguró en la cadena CNNTürk un especialista turco en terrorismo.
En el ataque murieron 39 personas y otras 65 resultaron heridas, una importante parte de ellos extranjeros. La mayoría de las víctimas extranjeras proceden de países árabes, sobre todo de Arabia Saudí, mientras que todavía está por determinar la identidad de uno de los fallecidos.
El club "Reina" de Estambul es sinónimo del estilo de vida de clase alta y en los últimos años se había convertido en un lugar de peregrinación para adinerados turistas árabes que no pueden compaginar su visión del ocio con las leyes de su país. El ataque parece dirigido contra el estilo de vida moderno, contra el hábito de reunirse en bares, festejar y tomar bebidas alcohólicas.
Mientras, una institución de la sociedad civil turca presentó una denuncia contra el titular del Ministerio de Asuntos Religiosos (Diyanet), Mehmet Görmez, por el sermón oficial del viernes pasado en el que calificó la celebración de Año Nuevo de "ilícita". También varios medios de comunicación oficialistas habían animado a los ciudadanos turcos a no festejar la entrada del Año Nuevo, por considerarla una festividad no musulmana.
A pesar de estos llamamientos, la policía turca había desplegado en Estambul a unos 17.000 agentes por miedo a posibles atentados terroristas.