Esa diferencia de planificación entre Donald Trump y Joe Biden de cara a las elecciones en EEUU muestra las actitudes y autoconfianza de uno y otro pero también una realidad que pasa desapercibida: el presidente Trump tiene muy poco tiempo, apremiado como está en llegar a la docena de estados indecisos que necesita ganar prácticamente al completo para ser reelegido –aparte de atender las obligaciones de gobierno.
Los datos son tan preocupantes para el presidente que su equipo de campaña incluso se plantea una visita a Texas, que debería ser un estado donde la victoria estuviera asegurada y sin embargo Joe Biden está muy cerca del margen de error en las encuestas.
Nada de todo ello quiere decir, sin embargo, que Trump vaya a perder las elecciones. Quiere decir que lo tiene más complicado que su rival y que necesita de urgencia un cambio de tendencia.
La campaña ha sido muy estable durante todo el año hasta el mes de septiembre. Y el primer debate en particular ha supuesto un claro daño electoral para Trump.
"El cambio de estrategia no es la opción natural de Trump, pero el cálculo de riesgo puede alterar su decisión"
En los días que faltan puede haber -!habrá!- sorpresas. Pero es improbable que sean, como hace cuatro años, del calibre suficiente para alterar de manera notable el mapa electoral. Por ello la mayor baza del presidente es el debate.
El debate, a su vez, no va a provocar un vuelco inmediato en las encuestas. Pero sí puede crear una expectativa diferente para la recta final hasta el 3 de noviembre.
La gran cuestión es Trump intentará mantener la actitud agresiva del primer cara a cara o si aceptará "debatir" en el sentido tradicional. En un presidente extraordinariamente consistente, el cambio de estrategia no es su opción natural. Pero el cálculo de riesgo puede alterar su decisión.
El segundo y último debate entre Trump y Biden
A ambos candidatos se les silenciará el micrófono en cada una de las primeras intervenciones de dos minutos que su oponente tenga cada vez que el moderador les haga una pregunta. También estarán separados por dos pantallas de metacrilato, recordando a todo el mundo el contexto coronavirus del debate. Ninguno de estos factores favorece al presidente. Tampoco el cálculo electoral.
Habitualmente las rectas finales de una campaña no suelen producir oscilaciones de voto superiores al 3%. Trump va 8 puntos detrás. Para tener un victoria segura y que no le pase lo que a Hillary Clinton (perder pese a ser la más votada), Biden necesita ganar por un 5%. Es decir, las cuentas aún le salen al presidente. Y en los estados indecisos las diferencias son menores.
Trump ha pasado gran parte de su vida en situación similar a la de estos días: al borde del fracaso. Y siempre ha encontrado la manera de salir adelante. En realidad, de llegar a lo más alto. Ahora la caída puede ser la más dolorosa, la más seria e incluso la más peligrosa. Pero eso solo es una posibilidad.
Que ocurra o no, depende en buena parte de lo que ocurra en las próximas horas –el resultado lo contaremos con detalle aquí en Antena 3.