Un grupo de diez soldados liderados por un médico militar acompaña a los doce niños y su monitor atrapados en una cueva parcialmente inundada en el norte de Tailandia, según han informado fuentes oficiales. Ruetaiwan Patisen, la portavoz de los equipos de rescate, señaló que los niños se encuentran bien, a pesar de haber estado diez días sin comer, y que los soldados permanecerán con ellos hasta que sean rescatados de la gruta, situada en la provincia de Chiang Rai.
En cuanto recuperen las fuerzas, los niños empezarán a aprender a bucear con bombonas de oxígeno para salir de la cueva en la que se internaron el 23 de junio. "No hay prisa", subrayó Ruetaiwan, al asegurar que los niños y su monitor saldrán cuando estén listos y sea seguro para ellos bucear a lo largo de estrechas grutas inundadas hasta la salida, situada a unos tres kilómetros.
De momento, los escolares, de entre 11 y 16 años y su entrenador de fútbol, de 26, están siendo alimentados con suplementos energéticos y vitaminas y las autoridades creen que las tareas de salvamento pueden durar desde una semana a algunos meses.
Según Ruetaiwan, los equipos tardan entre 3 y 4 horas en recorrer los tres kilómetros entre la entrada y el lugar donde se encuentra el grupo a través de pasajes inundados y pasadizos que están por encima del agua. Algunos empezaban a perder las esperanzas cuando el pasado lunes por la noche una avanzadilla de dos expertos buzos británicos llegó a la gruta de los niños y su entrenador, quienes preguntaron por el día de la semana y pidieron comida.
Desde que se diera la voz de alarma el sábado 23, unos 1.300 efectivos han participado en las tareas de búsqueda y rescate en la gruta del parque natural Tham Luang-Khun Nam Nang Non, cerca de la frontera entre Tailandia y Birmania.
El grupo fue encontrado tras varios días de intensa búsqueda, en la que han participado cuerpos de elite del Ejército, efectivos de salvamento y voluntarios, además de expertos de Estados Unidos, Japón, China y Australia, entre otros. Según la versión oficial, los desaparecidos se internaron el 23 de junio en las galerías tras un entrenamiento cuando una súbita tormenta comenzó a inundar la cavidad e impidió su salida. Los guardabosques que activaron la misión de emergencia se toparon con bicicletas, calzado y otros enseres de los desaparecidos en la entrada de la caverna.