Maltrato infantil

La vida infernal de una niña de 13 años a la que su madre dejó morir de hambre y torturó porque se parecía a su padre

La mujer, que ha admitido los crímenes, mantenía a la menor encerrada sin comida y sometida a brutales castigos.

Día Internacional de la Lucha Contra el Maltrato Infantil

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Una niña de 13 años murió tras una década de abusos extremos infligidos por su propia madre. Sandrine Pissarra, madre de ocho hijos, confesó ante el tribunal de Montpellier, Francia, haber sometido a su hija a un régimen de castigos brutales y violencia, que terminaron con su muerte en 2020.

La fiscalía ha solicitado cadena perpetua para Pissarra, de 54 años, acusada de tortura y barbarie. Durante el juicio, Pissarra admitió sus crímenes y declaró: "Soy una madre monstruosa". Según las investigaciones, el odio hacia su hija estaba motivado por el parecido físico de Amandine con su padre, quien había sido pareja de Pissarra.

Un historial de abusos extremos

Amandine fue sometida a terribles maltratos desde muy pequeña. Según el fiscal Jean-Marie Beney, la niña fue víctima de constantes golpes, insultos, tirones de pelo y humillaciones. En los meses previos a su muerte, Pissarra la mantuvo encerrada en un trastero sin ventanas, donde apenas recibía comida.

El informe médico reveló que la adolescente murió de hambre, pesando solo 28 kilos. Además, presentaba pérdida extrema de masa muscular, septicemia, heridas infectadas, varios dientes caídos y mechones de cabello arrancados. Amandine falleció el 6 de agosto de 2020, después de semanas de privación de alimentos y atención médica.

Pissarra justificó su comportamiento alegando que su hija sufría de trastornos alimentarios, una afirmación que no ha sido corroborada. El día de su muerte, la niña únicamente había ingerido un terrón de azúcar.

El juicio también involucra a Jean-Michel Cros, excompañero de Pissarra, quien ha sido señalado como cómplice de los abusos. La fiscalía solicitó 18 años de prisión para Cros, de 49 años, calificándolo como "cobarde colaborador del sistema" que permitió el deterioro y la muerte de su hija al privarla de cuidados básicos.

Cros admitió los cargos y expresó su remordimiento ante el tribunal: "Me siento enormemente culpable por esto". A pesar de su confesión, la fiscalía considera su papel fundamental en la tragedia al no intervenir para proteger a la niña.

Odio hacia el padre

Según un informe psiquiátrico, Sandrine Pissarra canalizó su odio hacia el padre de su hija, convirtiéndola en el objetivo de su ira y violencia. "No había duda de que sufrió un infierno cuyo único propósito era arrastrarla a una agonía vergonzosa y humillante", señaló el juez de instrucción a cargo del caso.

La madre también imponía castigos psicológicos, como obligar a la niña a realizar interminables ejercicios de escritura, además de mantenerla bajo vigilancia constante mediante cámaras instaladas en el almacén donde la encerraba.

El veredicto del tribunal se espera para hoy. Mientras tanto, el caso de Amandine ha despertado indignación en Francia, subrayando la necesidad de reforzar los sistemas de protección infantil. La tragedia deja un profundo interrogante sobre cómo un niño pudo sufrir durante tanto tiempo sin que se detectaran las señales de abuso.

La fiscalía exige una condena ejemplar para Pissarra, a quien califican de "dictadora del hogar y verdugo de su hija", con la esperanza de que este caso sea un llamado a prevenir futuras tragedias similares.

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