Tras contabilizar 14 muertes violentas y al menos 60 heridos el pasado fin de semana durante la festividad del "4 de Julio", el superintendente de Policía, Garry F. McCarthy, ha informado que en lo que va de 2014 fueron decomisadas 3.390 armas de fuego ilegales y que en general se redujeron los tiroteos entre pandillas y los homicidios,"pero todavía queda mucho por hacer".
El problema, según reconoce McCarthy, reside en que Chicago carece de una ley estatal que imponga penas de prisión severas a los criminales que portan esas armas. Por ello aunque la policía de Chicago recupera más armas ilegales que cualquier otra gran ciudad de los Estados Unidos, los infractores pueden regresar rápidamente a la calle y seguir realizando actos de violencia.
Por su parte, el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, ha declarado que la cantidad de tiroteos y homicidios ocurridos en barrios del sur "es simplemente inaceptable". Entre las víctimas contabilizadas figuran dos menores de edad, uno de ellos latino, tiroteados porque se resistieron supuestamente a entregar sus armas a la policía.
En opinión del alcalde Emanuel, no se trataría solamente de aumentar la presencia policial en esos barrios del sur habitados mayoritariamente por afroamericanos y considerados entre los más violentos de la ciudad, sino que también ha afirmado que "tenemos que ofrecer alternativas a los jóvenes y como comunidad debemos exigirnos más. Esta violencia es inaceptable".
Según la policía, las pandillas enemistadas entre sí que actúan en la ciudad, son responsables de 6 de cada 10 muertes que provocan víctimas inocentes a causa del fuego cruzado.
