Caminan juntos por primera vez después de que ambos hayan recibido el trasplante del mismo riñón. Cuando Ray Fearing enfermó por culpa de un problema renal, los médicos le comunicaron que precisaba otro órgano compatible. Su hermana Cera, no dudó ni un momento antes de donarle uno de sus riñones.
"Me sentí muy cómoda donando. Y realmente, pienso que no fue gran cosa", explica Cera Temer. Sin embargo, tan solo dos semanas después de la intervención, el órgano trasplantado también sucumbió a la misma patología.
"Era evidente entonces que iban a tener que extirpar el riñón. Así que, ese fue el momento más duro emocionalmente al que me he tenido que enfrentar jamás", cuenta Ray Temer.
Los médicos actuaron rápido y pensaron que ese mismo riñón enfermo podría servirle a otro paciente sin necesidad de perjudicar su propia salud. Aunque eso sí, apenas había garantías de éxito.
"Normalmente no extraes un riñón, después de haber sido trasplantado y tratas de ponerlo en otra persona. No es algo que se haga frecuentemente", considera el doctor José Leventhal.
El riñón de Cera, que pasó después por Ray, se ha adaptado perfectamente al organismo de Erwing Gómez, quien a sus 67 años reconoce que disfruta de una segunda oportunidad para continuar riéndose de la vida.
