Estrés
El estrés está dañando tu cerebro y acelera así el envejecimiento
El estrés funciona como "un sistema de defensa" pero acaba dañando nuestro cerebro y acelera el envejecimiento.
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Las prisas del día a día, los agobios de intentar llegar a todo y la incertidumbre del mañana hacen que todos, quien más quien menos, sienta estrés por un ritmo de vida que no es fácil de seguir.
El estrés puede ser algo puntal o una losa que se convierte en crónica, pero sea como sea es evidente que el estrés nos pasa factura. El catedrático de Procesos fisiológicos y patológicos del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y profesor titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carlos Dotti explica que el estrés es "un sistema de defensa" que provoca una serie de cambios a nivel bioquímico en nuestro cuerpo que nos hacen mejorar en situaciones de riesgo.
Sin embargo, esto no quiere decir que el estrés sea positivo ya que esos cambios que después se reflejan en nuestro cuerpo nacen en el cerebro y acaba convirtiéndose en un peligro ¿Por qué? Dotti nos asegura que va a haber varias formas de afectación, y para ello debemos distinguir el estrés agudo del crónico. Advierte de que para el envejecimiento al que más tenemos que temer es al estrés crónico, aunque mantiene que el estrés agudo, puntual, tiene también un efecto acumulativo.
"El estrés crónico produce cortisol y adrenalina que nos producen alteraciones circulatorias. Además, estos cambios afectan no solo a la función cardíaca, sino también a cuánto oxígeno llega al cerebro. Y es que el cerebro necesita de manera constante el oxígeno y consume casi el 20% de todo el que circula por el organismo, cuando es un órgano que supone menos del 2% del cuerpo".
El cortisol estimula los receptores que activan las vías de señalización en el cerebro, como el eje hipotálamo-hipófisis, esencial a la hora de controlar la tiroides, el hígado, nuestra musculatura, o por ejemplo nuestra corteza suprarrenal, entre otras muchas estructuras internas de nuestro cuerpo.
Dotti tiene claro que su consejo de oro para reducir el impacto del envejecimiento o de retrasar las pérdidas cognitivas es disminuir el nivel de estrés.
"Reducir todo aquello que no nos gusta y nos hace sentir mal es estresante, y este pequeño estrés se va sumando y teniendo al menos esos dos efectos: uno a nivel del sistema cardiocirculatorio y otro a nivel del cerebro y del eje hipotálamo hipófisis".
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