Madrid
20 años del incendio de la torre Windsor: incógnitas sin resolver
Vigésimo aniversarios del devastador incendio de la torre Windsor de Madrid. Un edificio de 32 plantas y 106 metros de altura en el corazón de la capital, que ardió por completo y actualmente sigue rodeado de incógnitas.

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Veinte años después seguimos haciéndonos las mismas preguntas: ¿Qué -o quién- provocó el incendio? ¿Cómo se propagó tan rápido el fuego? Si el informe policial descartaba acelerantes, ¿Cómo se propagaron las llamas de manera horizontal? Se destruyeron los documentos de la auditoría Deloitte implicados en un caso de corrupción, ¿Quién se los llevó? Muchas coincidencias, muchas teorías e hipótesis que hacen que, dos décadas después, continúen surgiendo dudas.
La torre Windsor formó parte del proyecto skyline de la capital, siendo el octavo edificio más alto de la ciudad, y uno de los más emblemáticos. El edificio fue construido por los arquitectos del estudio Del Río-Ferrero, Alas y Casariego, medía 106 metros de altura y alcanzaba las 32 plantas, de las cuales 20 pertenecían a la auditoría estadounidense Deloitte. El 12 de febrero de ese mismo año la torre Windsor fue reducida a un esqueleto de hormigón.
Dos años después de la catástrofe, se sobreseyó el caso al no estimar responsabilidad penal. Se llevó a cabo una investigación policial que dio carpetazo y archivó el caso en 2011, concluyendo que el incendio fue accidental, descartando las conjeturas y justificando las incongruencias que rodeaban el suceso.
ÚItimas horas de la torre Windsor
A las 23h del sábado 12 de febrero de 2005 los equipos de emergencias recibieron un aviso de incendio en la oficina 2109 de la planta 21 del rascacielos. Los bomberos tardaron 4 minutos en llegar, pero el fuego se propagó rápidamente por los pisos superiores. Hacía más de dos años que el edificio estaba siendo reformado para, concretamente, adaptarse a la normativa cortafuegos.
Debido a la dificultad de las llamas, a la peligrosidad de la situación y el riesgo de derrumbe, a la 1 de la mañana, retiraron los equipos de extinción del interior del edificio, abordándolo desde el suelo. Algunos bomberos tuvieron que ser atendidos por inhalación de humo. No fue hasta bien entrada la tarde del domingo que se logró extinguir el fuego. El lunes todavía habría resquicios de aquella trágica noche. Afortunadamente, no hubo pérdidas humanas.
¿Accidente o sabotaje?
Desde el inicio de la investigación, el suceso estuvo rodeado de especulaciones y teorías. Cuando el incendio aún seguía potenciado, sobre las 4 de la madrugada, una videoaficionada grabó las ventanas del edificio, grabación donde se podía ver claramente dos figuras humanas caminando en la planta 13. Por entonces, los bomberos hacía tres horas que habían abandonado el interior del edificio, lo que dejó muchos interrogantes. La policía no pudo determinar la identidad de estas personas ni su relación con el suceso.
Una semana después se encontró un butrón en la pared del garaje que conectaba con el interior de la torre. Además, la primera hipótesis dijo que fue utilizado para salir de la torre, pues había escombros de pladur en el suelo del garaje y no al revés. No obstante, el informe aclaró que se trataba de un hueco pequeño por el que difícilmente podía pasar una persona.
Las especulaciones incrementaron al descubrir el candado forzado de la puerta que conectaba los bajos de Azca con el interior del edificio. Se justificó diciendo que los bomberos la forzaron para entrar al edificio. Jamás se confirmó esta teoría.
Si bien, la incógnita más grande fue la sospechosa destrucción de los documentos de una auditoría de Deloitte al Grupo FG Valores, que habían sido solicitados por la Fiscalía Anticorrupción para una vista que debía celebrarse el lunes siguiente al incendio.
Informe policial
La investigación policial concluyó que el incendio fue accidental, originado por una colilla mal apagada en una papelera de un despacho de Deloitte. No se hallaron acelerantes, y la rápida propagación se debió a la gran carga de combustible en el edificio, la ausencia de un sistema automático de extinción y la estructura metálica de la fachada.
En los últimos años, personajes como el ladrón Jon Imanol Sapieha, el Sapo, han reconocido la autoría del siniestro. De la misma manera, en 2019, se encontraron pruebas que podrían culpar del incendio al comisario José Manuel Villarejo. Según el diario Moncloa.com, el objetivo era destruir los documentos solicitados por la Fiscalía Anticorrupción, los cuales perjudicaban al entonces presidente del BBVA, Francisco González.
Sea como fuere, la resolución del caso no convenció a los madrileños que vieron arder el rascacielos Windsor. Pasan los años y, aunque parezca que la cicatriz está cerrada y el pasado olvidado, hay personas que hoy cruzan las puertas de la torre Titania con el corazón encogido.
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