No puede ser de otra manera, los agricultores viven pendientes del cielo. La cebada y el trigo deberían medir 20 centímetros cuando la realidad es que las plantas "no tienen cuerpo ni consistencia, la raíz está seca prácticamente".
En la comarca de la Moraña, Ávila, la tierra está seca y ya hacen cuentas de las pérdidas. "Esto nos supone unas pérdidas de unos 300 euros, una hectárea. Una barbaridad para luego no recoger nada", explica Rafael Martín, un agricultor de Ávila. Se calcula que la mitad de la cosecha de cereal en Castilla y León peligra. La falta de lluvia este año es más dramática que nunca.
En Galicia, un motor saca agua de los pozos para el riego y sustituye a la lluvia. Lechugas, grelos y guisantes necesitan agua y toca compar combustible. "El gasto que hacemos en gasolina no compensa", afirma una agricultora gallega.
Más gastos para sacar adelante los cultivos y también al ganado porque no hay pasto, tienen que comer y los precios de los piensos también están subiendo. En los Monegros, Aragón, no cae ni una gota de agua desde el 2 de diciembre. "Tengo 63 años y no lo había visto nunca, si no llueve esto está muerto", afirma José Manuel Cajal, un agricultor aragonés.