Alumnos mediadores en un instituto gallego: "Aquí los conflictos se solucionan con diálogo"

"Cuando los conflictos escalan, las consecuencias son impredecibles". Es el primer rótulo que podemos leer en el vídeo de presentación de una iniciativa del instituto Poeta Díaz Castro, en Guitiriz (A Coruña), para favorecer la resolución de problemas entre el alumnado del mejor modo posible: con diálogo.

Aroa, Gabriel, Samuel, Carla o Brais son parte de la más de una decena de estudiantes que integran el equipo de mediación del centro. Pero, ¿por qué se hizo necesaria su figura? "Tras la pandemia percibimos que los pequeños conflictos entre iguales se habían multiplicado, sobre todo por el uso inadecuado de las redes sociales, y la jefatura de estudios se saturó de problemas que, entendimos, se podían solucionar con diálogo", explica Susana Vázquez, jefa de estudios del centro.

Dicho y hecho. El primer curso se formaron los profesores y los alumnos, y después ya solo los estudiantes. "Actúan como mediadores, escuchan a las dos partes y, entre todos, buscan una solución", comenta la docente. Problemas derivados del mal uso de los teléfonos móviles, conflictos fuera de las aulas, asuntos enquistados en el tiempo… Todo tiene un remedio.

En un centro con poco más de 200 alumnos, en una zona rural, los conflictos no son mayúsculos pero sí existen y desde el IES Poeta Díaz Castro han encontrado el modo de solucionarlos: una mediación entre iguales.

"Se trata de un proceso voluntario, las partes deben querer acudir al aula de mediación, y absolutamente anónimo porque los mediadores son muy escrupulosos con ello", explica la docente. A finales de curso se reúnen con los profesores y entonces sí hacen una valoración de lo que ha sucedido en esos meses, pero todo queda entre ellos.

¿Cuándo puede ser uno mediador?

La formación es constante. De hecho, en este instituto reciben alumnos de tres centros de primaria y, este año, ya han comenzado a formar a los estudiantes de uno de los colegios que se integrará en este programa.

"Los mediadores fueron a dar una charla al cole de primaria y a los niños, que serán futuros alumnos del instituto, los llevamos a la Facultad de Magisterio para presentar lo que habían aprendido. Es un proyecto precioso", comenta Vázquez.

Lo cierto es que tras tres cursos con esta iniciativa revolucionario implantada, la comunicación entre los estudiantes ha cambiado sustancialmente. "Se paran, piensan e intentan gestionar su enfado antes de llegar al conflicto".

Soluciones pacíficas para pequeños problemas que, de no ser por el equipo de mediación, podrían convertirse en grandes lastres. El diálogo ante la impulsividad. Todo un ejemplo.

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