Los compañeros del alumno de 13 años del Instituto Joan Fuster de Barcelona, que ha matado hoy con una ballesta a un profesor, no deben obsesionarse con el por qué del comportamiento del menor que ha protagonizado el suceso ya que "no les ayudará".
Es la opinión de especialistas como José Antonio Luengo, psicólogo educativo y vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, quien explica cómo se sentirán los chavales que hayan presenciado esta mañana el crimen.
"La situación emocional que habrán vivido tras el suceso será de shock, de conmoción, ante un hecho tan explosivo que desborda la capacidad para entender lo que pasa. Es un mecanismo de defensa que nos permite estar como idos, sin saber si lo que ha pasado es cierto o no", cometa Luengo.
Tras el suceso, los que lo hayan visto de cerca, posiblemente hayan estado "inundados de dolor, con lágrimas en los ojos y sin capacidad para hablar, ni para expresar cómo se sienten ni para dar sentido a las cosas que han visto", pero esa situación no suele durar mucho.
El estar acompañados por alguien les ayudará a ir identificando que esa situación ha pasado y es real, y por eso los familiares tendrán que estar a su lado, pero sin hablar mucho. Tendrán que "servirles de colchón afectivo y emocional, sin dar discursos, ni expresar charlas ni buscar explicaciones", ha detallado.
Los jóvenes que viven situaciones tan intensas necesitan tiempo para estar solos, consigo mismos, pero al mismo tiempo "con la compañía de alguien, sin que haya demasiado alboroto interpretativo alrededor".
Será a partir del primer o segundo día, una vez que los chicos vuelvan al instituto, cuando se abra un nuevo escenario en el que "el luto, el dolor, las caras de tristeza y las pocas ganas de seguir hacia adelante con la actividad académica ordinaria tienen que ser contrarrestadas con el día a día".
Los profesores tendrán que animarles para que sigan adelante y haciéndolo con esta actitud: "Chicos ha pasado, pero vamos a hacer cosas para hablar de ello, para dialogar. Tenemos que seguir con la rutina, con las clases, tenemos que levantar la cabeza, cuidarnos mucho y no debemos dejar pasar mucho tiempo para ello".
Será un momento importante para que empiecen a hablar de los hechos, para comentarlos cuándo y cuánto quieran, por escrito, con dibujos o en pequeños diálogos. Será fundamental "que salga el dolor y la rabia y, no tanto para encontrar un sentido a lo que ha ocurrido, que no lo tiene, sino para poder reconducir cuanto antes y de la forma más madura posible esta situación", según el experto.
Son chavales de 13 años, en una fase del desarrollo en la que se están incorporando "a un tipo de pensamiento abstracto que permite comenzar a ir más allá de los hechos concretos, a pensar en sus consecuencias".
Y ahí, la conversación sosegada, la capacidad de poder hablar de lo que ha pasado, la expresión de las emociones, el abrazo y la sensación de calidez y de ayuda mutua entre todos los chicos les permite poder identificar que hay cosas que hay que seguir haciendo y dando pasos hacia adelante.
"Todos tienen que formar una cadena de ayuda, solidaria, compacta que haga que se sientan cómodos", recomienda el psicólogo que advierte del riesgo de quedarse "sin hablar, sin expresarse, sin decir, sin llorar ante una situación de dolor tan profunda".
La doctora Estela Kogan, especialista en psiquiatría infantil del centro médico Maragda, de Mataró, y miembro de la plataforma médica Doctoralia, también advierte de la falta de adaptación que sufren algunos chicos ante hechos como el de hoy.
"Lo normal es que cuando pasen unos días lo vayan procesando, pero algunos no lo harán inmediatamente. Les será más difícil porque es un hecho muy trágico y podrán sufrir un transtorno adaptativo con síntomas ansiosos, depresivos o de conducta, que no les permitirán disfrutar del día a día.