Incendio Galicia
Las angustiosas horas de la aldea de Quereño con el fuego a pocos metros de las casas: "Nos dan ganas de llorar"
Los vecinos de la aldea de Quereño vieron cómo las llamas se encontraban a un paso de viviendas, zonas boscosas y terrenos de cultivo.
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Los vecinos de la aldea de Quereño (Ourense) lo veían venir. Después de pasar la madrugada del miércoles casi en vela a causa del incendio de Carballeda de Valdeorras, a primera hora de la tarde del jueves la vista la volvían a poner en la ladera de la montaña. Varios conatos comenzaban a emitir humo provocando el nerviosismo entre la población. La noche anterior, el fuego había llegado a escasos metros de las casas.
En cuestión de horas el humo ya cubría toda la comarca de Valdeorras y parte del Bierzo. La situación se había complicado. Las llamas se encontraban a un paso de viviendas, zonas boscosas y terrenos de cultivo. "Según ellos -refiriéndose a las autoridades- hoy no corríamos peligro ninguno la población", exclama una de las vecinas.
Varios metros de mangueras recorrían las calles de este pueblo de 80 habitantes. Con miedo, una parte de los vecinos se afanaban en refrescar las casas, gran parte de ellas de madera, para que el fuego no se encuentre ni un centímetro seco.
"Es que nos dan ganas de llorar. Lo estamos viviendo fatal y nos sentimos desprotegidos. Intentamos entretener a los niños para que no lo pasen mal pero llega un punto que es imposible", explica con nerviosismo otra de las dueñas de una de las casas. La otra parte ayudaban a sofocar las llamas. "Estamos apagando como podemos, con las mangueras de casa, con escobas, con paletas, con las máquinas de sulfatar... como podemos", nos dice Alma, presidenta de la asociación de vecinos.
Las reservas de agua son reducidas
Lo hacían como podían, porque las reservas de agua son reducidas. Los vecinos denuncian que todos los veranos la empresa de la que depende una central hidroeléctrica que tienen en las inmediaciones de la aldea, les vacía el canal de agua lo que les impide no poder usarlo para sofocar los incendios.
Afortunadamente no se tuvo que desalojar el núcleo gracias a la persistencia de los vecinos. "Tenemos mucho miedo, pero de aquí no nos mueve ni Dios", nos comenta Lucía, otra vecina que con una rama en mano no perdió ni un segundo en intentar calmar el fuego.
Pero si que se tuvo que cortar la circulación de trenes por la zona debido a la virulencia con la que el fuego se metía en las vías.
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