Incedios
El 'arca de Noé' de la botánica para recuperar la flora dañada por el incendio de Tenerife del año pasado
Cultivan 70.000 plantas a unos 2.000 metros de altura para que el Parque Nacional del Teide se recupere de aquí a diez años.
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Fue el incendiomás devastador de la historia de Canarias. Ardieron más de 14.000 hectáreas en un fuego que afectó durante dos intensas semanas a doce municipios de la isla de Tenerife de norte a sur y, después, durante tres meses provocó decenas de reactivaciones. Miles de personas tuvieron que abandonar sus casas aunque por suerte no hubo víctimas personales. Pero lo que sí se llevó el fuego fue parte de la rica biodiversidad del Parque Nacional del Teide. Las llamas afectaron a unas 200 especies endémicas de la zona, algunas en peligro de extinción. De hecho el fuego arrasó a cerca de 900 hectáreas del interior del parque.
Ahora, diez meses después, ya se trabaja para la recuperación de una de las joyas de la corona de los parques nacionales de nuestro país. Es el más visitado de España, con más de cuatro millones de personas al año. En un vivero a más de 2.000 metros de altura, se cultivan más de 70.000 plantas propias de la zona que servirán para que el parque recupere su esplendor.
El proceso hasta poder plantar cada especie
Ángel Mallorquín, uno de los botánicos del Jardín Botánico de El Portillo en el Teide, nos abre las puertas de lo que consideran es su tesoro más preciado, el laboratorio de semillas: "Nuestro laboratorio es un auténtico tesoro, es como un arca de Noé de la botánica porque tenemos semillas de todas las especies que habitan en el Parque Nacional". Gracias a este archivo en forma de semillas han podido comenzar a trabajar en la repoblación del Teide.
En el invernadero crecen las plantas más pequeñas hasta que tienen el tamaño suficiente para poder trasladarlas al exterior. En la zona de aclimatación pasan entre uno y dos años, en función de cada especie y después ya están listas para ser plantadas en el exterior. Cuando las plantas tienen envergadura suficiente, las llevan a las zonas valladas, unas parcelas que ocupan cerca de 80 hectáreas en el interior del parque, resguardadas de predadores como son los conejos o los muflones, herbívoros que se alimentan de las retamas más pequeñas y les impiden crecer. "Con estas vallas nos garantizamos que las plantas pueden seguir creciendo e impedimos que entren los conejos, por eso la malla está enterrada medio metro".
Manuel Durbán, director del Parque Nacional del Teide, reconoce que no son atractivas en un entorno como el Teide pero son necesarias para garantizar la supervivencia de estas plantas: "De no ser por estos vallados, que hemos colocado en unas 80 hectáreas afectadas, la recuperación de las zonas quemadas podría ser hasta cuatro veces más lenta".
No es el único trabajo que se está haciendo desde el Cabildo para garantizar la repoblación de las zonas quemadas. Fuera del parque también se actúa en zonas de pinar que resultaron calcinadas. "Estamos sustituyendo el pino californiano, que es una especie introducida en los años 50 en nuestra isla y que no es capaz de recuperarse, por especies autóctonas como la laurisilva, que es una vegetación de monte bajo que guarda mucha humedad y que es capaz de contener el fuego", explica Blanca Pérez, consejera del Medio Natural del Cabildo de Tenerife.
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