Terrorismo
Así fue el cautiverio y liberación de José Antonio Ortega Lara
Los Reyes han visitado hoy, con motivo de la inauguración en Vitoria del Memorial de las Víctimas del Terrorismo, una reproducción del zulo en el que Ortega Lara estuvo secuestrado por ETA durante 532 días.
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"Matadme de una vez", dijo José Antonio Ortega Lara, pensando que era uno de sus captores, al primer Guardia Civil que logró acceder al zulo en el que el funcionario de prisiones había pasado 532 días. Un zulo cuya representación han visitado este este martes, en Vitoria, los Reyes de España durante la inauguración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
Esa breve conversación entre secuestrado y agente ocurrió el 1 de julio de 1997, en plenas fiestas mayores de Burgos, el mismo día en el que Ortega Lara volvió liberado al barrio del que ETA le había secuestrado más de un año antes, el periodo de cautiverio más largo de la banda terrorista.
En todo ese tiempo vivió en un zulo de 3 por 2,5 metros, sin saber si algún día llegaría a salir de allí, con la única compañía de una bombilla que le marcaba el tiempo durante siete horas al día.
Una liberación que dio la vuelta al mundo
Su imagen, desorientado, con una larga barba sin arreglar, con la mirada perdida y con la sorpresa de encontrarse a muchos de sus vecinos arropándole a su vuelta a casa, está marcada en la retina de muchos españoles y dio la vuelta al mundo como símbolo de la resistencia a la barbarie terrorista.
Francisco Gil fue el guardia civil que entró en el zulo para liberarle, el primero que habló con él tras meses de secuestro. Era cabo primero de la Guardia Civil en la Unidad Especial de Intervención.
"Si nosotros no llegamos a encontrar el zulo, a ciencia cierta Ortega Lara hubiese muerto allí", dijo en 2017 el ya exagente de la Benemérita.
"Sobre las cuatro y algo de la madrugada, decidimos hacer la operación y asaltar el local", una nave situada en el polígono industrial de Mondragón, recordaba entonces Gil.
Los etarras, convencidos de que no darían con el zulo
Antes, él y sus compañeros había detenido a los cuatro vigilantes de la nave, que dijeron que se dedicaban a la reparación de maquinaria pesada, pero la Guardia Civil estaba convencida de que en esa nave ocultaban a alguien.
El juez Baltasar Garzón estuvo presente y uno de los etarras detenidos, José María Borinaga, también, aunque no quiso colaborar. "La actitud era muy serena, él pensaba que no se iba a encontrar nada. Si nosotros abandonábamos aquello, mataban a Ortega Lara".
Entre 15 agentes consiguieron mover a pulso la máquina más pesada de la nave, de casi 3.000 kilos, debajo de ella se encontraba el zulo. "Entro yo primero y en ese pequeño habitáculo vimos que había una puerta con dos cerrojos grandes. Abro los dos cerrojos y me lo encuentro", apuntaba el ex guardia civil.
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"Él no quería salir. Le dije 'sal nos vamos, hay gente fuera'". Tras varios intentos, Gil consiguió que Ortega Lara abandonara el zulo y sólo se convención de que había sido rescatado, explicó el ex agente, "cuando vio al juez Garzón".
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